Existe desde la segunda mitad del siglo XX abundante trabajo sobre lo
que se conoce como usos del marxismo como modo de interpretar la realidad, y
específicamente en Chile la influencia sobre varios intelectuales chilenos que
tuvo uno de los teóricos de la sociedad post-industrial Alain Touraine, por lo
cual es necesario que en su momento indaguemos sobre sus análisis teórico y su
relación con la evolución político-intelectual del Chile de la última mitad de
los ochenta.
La era post-industrial que es abordada por Touraine desde las
estructuras económicas, el cambio social de una sociedad basada en la
producción en serie, a una sociedad donde se instala el sector terciario y un
mercado laboral precarizado. Para comentar la era post industrial desde las estructuras
económicas y su modificación hay abundante investigación, que por cierto debe
ser abordada aquí.
Entre los pensadores que abordaron los cambios de la segunda mitad del
siglo pasado con singular agudeza se encuentra Giovanni Sartori, cuya investigación
sociológica traslada el eje del análisis de la era post-industrial desde su
efecto en las estructuras económicas, y más que analizar la
post-industrialización y sus posibilidades de cambio social, analiza lo que le
llama el post-pensamiento de los medios de comunicación y su poderío, es decir
su capacidad, más que para provocar un cambio, para evitar uno, tanto en su
aspecto benéfico, como nocivo.
La televisión reemplazó la palabra por la imagen, y se transformó en una
poderosa arma política; esto desde luego no quiere decir que en la televisión
no se pronuncien palabras pero lo más importante es la imagen. Tampoco el hecho
de que la televisión se haya trasformado en un instrumento político se debe al
hecho de que exhiba todo el día a políticos postulando sus programas
ideológicos, sino más bien al hecho de que los políticos en la televisión se
han trasformado en un artículo de consumo más, de la misma manera que se exhibe
un comercial vendiendo un producto; esto sí es política e ideológicamente funcional
a la sociedad de mercado.
Para ir aún más lejos, la televisión irrumpe en la industria de la
comunicación como un medio para ver imágenes más que para entender lo que se
ve. En cuanto formador de opinión pública, Baudrillard es claro en postular que la
televisión se constituyó en el primer medio de comunicación que en lugar de
transformar la masa en energía produce todavía más masa, destruye el saber y el
entendimiento más rápido que producirlo.
Tal vez el aporte sociológico más significativo de Giovanni Sartori fue
investigar hasta qué punto la televisión modificó, redujo y empobreció
radicalmente el aparato cognoscitivo del ser humano, y su diagnóstico era
claro: el hombre no vive en un universo puramente físico, sino también en un
universo simbólico donde tiene un influencia innegable la lengua, el arte, el
mito y la religión en la composición de ese tejido simbólico, y en la
televisión el hecho de ver precede al hecho de hablar y por lo tanto el
telespectador es más un animal vidente que un animal simbólico, característica
que lo distancia de los demás animales, se ve anulada por el hecho de ser un
vidente, capacidad que lo acerca más a lo ancestral.
Más aún, una cantidad impresionante de inventos antes de la televisión
habían sido bienvenidos con una mezcla de entusiasmo y recelo, aunque las
causas de éstas serán distintas en la época de la revolución industrial o la
ilustración que en la era post-moderna.
Como ejemplo, Sartori cita la aparición de la enciclopedia de Diderot,
cuya primera edición en 1751, -poco antes del triunfo de la Revolución Francesa
de 1789- provocó el enojo de las autoridades eclesiásticas en especial del Papa
Clemente XII, por considerarla una conspiración para destruir la autoridad del
Estado, llegando a decretar que todo católico que poseyera un ejemplar de la
enciclopedia debía entregarlo a una autoridad eclesiástica para ser quemado.
Pero a pesar de las amenazas, de su tremendo tamaño y del inmenso coste para la
época, la enciclopedia llegó a vender más de 28.000 ejemplares y el progreso de
los ilustrados fue incontenible. En este análisis Giovanni Sartori nos advierte
que no debemos confundir nunca el medio con el mensaje, los medios de
comunicación con los contenidos que comunican. Tal vez sin imprenta nos
hubiésemos quedado sin ilustración o esta se hubiese demorado mucho más.
Así se transitó desde la revolución industrial hasta la era
post-industrial: en la primera los inventos de la ciencia como el periódico y
los libros transmitían conocimiento, las creaciones científicas como el
microscopio nos permitían engrandecer lo pequeño, se nos permitía además ver a
lo lejos con el telescopio. Ya en la era post-industrial y con el surgimiento
de la televisión se nos permitía ver todo, sin hacer nada y totalmente gratis, fenómeno
que se agudizó en el “post-industrialismo-tardío” con el surgimiento del
internet.
La línea de investigación sociológica de Giovanni Sartori fue clave, ya
que se transformó en una verdadera radiografía de cómo se modificó
culturalmente, primero, Europa occidental y luego buena parte de occidente, con
la irrupción de la era post-industrial y la era multimedia; la palabra que era
el principal medio de comunicación del hombre fue reemplazada por la imagen. La
palabra es un símbolo que se resuelve en lo que significa,por el contrario, la
imagen viene dada, no es necesario el ejercicio intelectual, más aún, uno podía
ver un programa en otro idioma y optar solo por la imagen sin traducir-entender
nada, no se ve en inglés, chino o árabe, solo se ve y es suficiente.[1]
Fue por este motivo
que la televisión no fue un medio de comunicación más, no fue un anexo, sino un
invento que modificó radicalmente la relación entre entender y ver.
La conceptualización
de cultura fue radicalmente modificada en sus dos acepciones, tanto la
antropológica como la sociológica; en ambas categorías, todo ser humano vive en
la esfera de su cultura. Si el hombre es un animal simbólico de ello se deriva
que en un contexto coordinado por valores, creencias, conceptos y, en definitiva,
de simbolizaciones. Así pues en esta acepción genérica el hombre primitivo o
analfabeto también posee cultura, dado que cultura no es siempre sinónimo de
saber, de hombre culto o estudiado.
En este contexto
donde el niño pasa por ejemplo horas frente al televisor antes de aprender a
leer o escribir, es tan solo uno de los engranajes mediante los cuales funciona
la post-modernidad; este proceso que ha dinamitado el pensamiento vertical en
el que se sustentaron miles de procesos políticos y revoluciones, así como se
organizaron numerosos partidos en torno a la tesis de un bien superior; está
claro que la movilidad social derivada de poseer un televisor en casa produjo,
además, un masivo desclasamiento de aquellos que debían tener una conciencia de
clase, la televisión dió a luz una cultura horizontal, pero no en el
sentido que imaginó Marx o Lenin, sino una cultura en donde todo el mundo sabía
muy poco, más aún, donde todo el mundo quería deshacerse del maestro, que
ilustraba para una conciencia y que intentaba bajar la verdad al ciudadano.
El impacto que
tuvieron las tesis sociológicas de Giovanni Sartori en Chile se dió
principalmente en la segunda mitad de la década de los ochenta, aun cuando no
fue, de ninguna manera, el cientista político más influyente en la renovación
teórica de la política en Chile. Sus tesis contribuyeron de sustento teórico -y
casi sin proponérselo junto a una gran cantidad de intelectuales europeos- a la
renovación teórica de la política en Chile.
En la segunda mitad
de esa década, en la última etapa de la dictadura, los intelectuales de los CAI[2] que trabajaban en la
renovación teórica del socialismo, intentaban levantar varias tesis, de las
cuales dos de las más destacadas era que en Chile dejaran de tener influencia
las tesis de alcance universalista, tanto desde Marx, como desde Hayek. Desde
el socialismo, como desde el neoliberalismo se visualizaba una etapa superior
de la historia, donde el concepto de progreso era visto como un salto hacia adelante,
hacia una sociedad mejor.
La segunda tesis fuerte de mayor influencia era sostener que el cambio
social en el Chile de la dictadura no era solo de orden económico, el modelo
neoliberal había modificado culturalmente la sociedad chilena, dado que la
movilidad social en la sociedad de consumo, aun en base al endeudamiento, era
irreversible, y en este proceso, en los ochenta la irrupción y masificación de
la televisión tuvo un papel central.
Estaba claro para la intelectualidad chilena que la masificación de la
televisión, no era necesariamente un progreso “per se”, sino más bien solo un
progreso cuantitativo que no constituía una certeza de progreso hacia adelante
al estilo de la grandes filosofías universales, no habían certezas, solo por
este progreso cuantitativo, que en lo cualitativo podía ser beneficioso y
sustancial dependiendo el uso que se le diera. Pero, se coincidía con las tesis
de Sartori, en que un progreso cualitativo, podía prescindir de un progreso
cuantitativo que tenía la capacidad de permanecer durante mucho tiempo en el
ámbito de lo poco numeroso. Sin embargo no era así; la difusión por extensión
de un invento de uso social, solo era considerado positivo dependiendo del uso
que se le diera, y en el caso del último periodo de la dictadura la televisión
tuvo un efecto social casi disolvente, mandando el mensaje subliminal, sobre
todo a los jóvenes y pobladores del consumo que eran susceptibles al crédito
fácil.
Asimismo la ideas de Giovanni Sartori se volvieron congruentes con el proceso
largamente analizado que postulaba que bajo la dictadura de Pinochet, se había
provocado un “apagón cultural”, en el que los medios de comunicación de masas
habían jugado un papel fundamental; el pensamiento abstracto que permitía
conceptualizar, había sido reemplazado por el pensamiento concreto más pobre,
no solo en cuanto a palabras, sino además de significado. Así, culturalmente el
pensamiento abstracto-conceptualizante que había generado las grandes tesis
filosóficas de la historia, había sido reemplazado por el lenguaje concreto
propio del homo-videns, característico de la sociedad de mercado que, según los
pensadores chilenos se había tornado culturalmente irreversible.
Uno de los factores por los cuales Giovanni Sartori tiene una influencia
tan oblicua en el proceso chileno es debido a que debe compartir nicho
sociológico y político con varios intelectuales europeos que estuvieron
involucrado en forma más directa en la formación de los académicos chilenos que
lideraron la transición como lo fueron Alain Touraine y Pierre Bourdieu en la
sociología, Guillermo O’donnel en las ciencias políticas, además de una gran
cantidad de pensadores, cuyas tesis fueron usadas en forma parcial, sin tener
una acción directa en el proceso, o los ya fallecidos como Gramsci, Derrida,
Durkheim o Focault.
Aun así, de Sartori son rescatables también sus tesis en ciencias
políticas y su concepto de partido relevante; cuando varios intelectuales
chilenos tuvieron una ruptura epistemológica con los movimientos sociales, poco
antes del fin de la dictadura, llegaron a la conclusión de que la política
debía profesionalizarse, ya no para trasformar el Estado o hacerlo desaparecer,
sino para gestionarlo. Esta tesis era en gran medida trabajada por Touraine y
Bourdieu, pero el diagnóstico de ellos no era suficiente. Era obvio que una
transición política no se podía hacer solo con los movimientos sociales, eran
también necesarios los partidos políticos, pero lo que les faltaba a Touraine y
Bourdieu a Bobbio y a Sartori les sobraba, es decir, estructurar ese sistema de
partidos, elaborar en las ciencias políticas la tesis de los “partidos
relevantes”. Esto es aquellos que tenían que conformar, un sistema
principalmente bipartidista guiado teóricamente por el concepto del partido
relevante[3], entendido este como conjunto de partidos
con una tendencia hacia el centro político, para asegurar una transición
institucional. Los análisis de Giovanni Sartori se caracterizaron por
clasificar el sistema de partidos con rigor científico y pedagógico, casi
limitado a lo descriptivo; no se propuso por lo tanto influir en ningún proceso
político, aunque oblicuamente lo hizo en el Chile de la transición.
Claudio Palma Araya. Historiador de la Academia de Humanismo
Cristiano.
- Un recordatorio póstumo, por el reciente fallecimiento de Giovanni
Sartori.