agosto 21, 2016

El caudillismo de Argentina y Perú en el siglo XIX. Los casos de Juan Manuel de Rosas y Agustín Gamarra (1829 – 1852).

Por Rodrigo Bustos. Historiador. 




Resumen.

Este trabajo da cuenta sobre el fenómeno del caudillismo en América latina, encarnado en las personalidades de Juan Manuel de Rosas en el caso argentino, y Agustín Gamarra en el caso peruano, enfocándonos en sus características para que a modo de comparación se establezcan diferencias y semejanzas.

Por otro lado, se centra la atención en las redes políticas establecidas por los caudillos y la aplicación de estas en el Estado y la sociedad. Siguiendo esta línea veremos que el concepto de legitimidad juega un papel fundamental a la hora de abordar los regímenes caudillescos de este periodo.

También se analizan la noción y concepto de caudillismo en relación con las llamadas dictaduras del siglo XX estableciendo las eventuales semejanzas y diferencias entre estos dos fenómenos políticos acontecidos en Latinoamérica.

Por último, agregar que los regímenes del caudillismo encarnan ideales netamente autoritarios y de hegemonía sobre la sociedad que surgen como consecuencia de las guerras de independencia en el continente, así el caudillismo se enmarca dentro de un contexto de desorden político y social, donde cada uno de los personajes abordados trata de ejercer el poder político con un presunto afán megalómano. 

Palabras clave: Juan Manuel de Rosas, Agustín Gamarra, caudillismo,carisma y legitimidad


Investigación propuesta.

Nuestro tema a investigar será abordar el caudillismo tanto en Argentina, como en Perú, desde 1829 a 1852 como un fenómeno político común en Hispanoamérica, a través de esto, trataremos de investigar las particularidades, causas y consecuencias del caudillismo en las naciones anteriormente mencionadas, en donde queremos acotarnos en los casos específicos  de caudillos como Juan Manuel de Rosas y Agustín Gamarra; que marcaron un precedente en la historia política de Hispanoamérica y tuvieron la intrepidez  de sobreponerse  a otros caudillos regionales, y así se legitimaron  así como líderes carismáticos. En esta investigación será primordial destacar la diferenciación conceptual entre dictadura y caudillismo; y las características fundamentales de los caudillos decimonónicos en la región.

Entonces proponemos como preguntas de investigación ¿Cuáles son las aspectos del fenómeno caudillista en el sistema político y social de Hispanoamérica en la primera mitad del siglo XIX? y ¿qué diferencias y semejanzas existe entre el caudillismo de Gamarra con el de Rosas?



Hipótesis.

El caudillismo es un fenómeno político y social trascendencia a lo largo del siglo XIX en América Hispana. Se trataba de una figura que ganaba terreno en la legitimidad a través de un apoyo popular gracias a su magnetismo personal con el respaldo de la elite económica, de modo que adquiría un poder absoluto y lo ejercía hasta tal punto que parecía adueñarse de una nación.

Los caudillos se caracterizaron por el predominio político por su capacidad  de manipular a las masas que controlaron la vida política de las incipientes republicas. Hubo caudillos nacionales que a través de elecciones o apoyados por sus seguidores armados llegaron a la presidencia; y también hubo caudillos regionales que a veces alcanzaron los gobiernos o presionaron sobre ellos y los hicieron sucumbir. Los caudillos fueron heterogéneos entre sí, ya que tuvieron ideologías distintas, pues unos lucharon a favor del centralismo y otros a favor del federalismo; hubo de todas las etnias como blancos, mestizos e incluso indios; cultos e ilustrados algunos y otros ignorantes; los hubo ambiciosos y otros con autentico patriotismo. Tenían en común el apoyo de grandes sectores de la población y el empleo de milicianos para imponerse por sí mismos.

El caudillismo nacional tuvo aspectos positivos y negativos. Fue favorable en cuanto unificó las diversas regiones, ayudando así a la construcción y consolidación de las naciones. Pero dejó un saldo negativo en cuanto echó bases de muchos males: impedir o demorar el desarrollo de la democracia formal que siguen más a los jefes que a las ideas  y piensan de acuerdo con su caudillo y no según su propia raciocinio; y la costumbre de acudir a la violencia  más que al estado de derecho para defender sus intereses.

Con frecuencia, los caudillos para preservar su poder -en momentos de grave crisis- llegaron a ser dictadores, o sea, en gobernantes  unipersonales que derogaban la Constitución o la modificaban acorde a sus intereses y gobernaban sin el poder legislativo o con la total subordinación de éste. Aunque muchos caudillos fueron dictadores, no hay que confundir el caudillismo con la dictadura. El primero es un liderazgo de un individuo que con  apoyo militar o de otros sectores llegaba al ejecutivo a ejercer un mando político sobre vastas regiones, en tanto que la dictadura es una manera  de gobierno personal sobre la totalidad de la nación. Además los caudillos nacionales actuaban dentro del marco constitucional existente o creado por ellos, aunque fuesen con un congreso legislativo de partidarios, mientras que los dictadores se han apoyado casi exclusivamente en las fuerzas armadas, ejerciendo un gobierno generalmente tiránico que impedía toda libertad en forma cruel y además prescinde del poder legislativo. Por último, muchos de los caudillos de este agitado periodo independentista eran precisamente los ricos hacendados, ganaderos o mineros de las distintas naciones.



Marco teórico: los caudillos y su carisma.

Para desentrañar el fenómeno caudillista hay aclarar el término caudillo en los debates académicos, como es que:

 ´´el origen de la palabra caudillo viene del diminutivo latino captus, que significa cabeza, cabezilla, y aunque no existe una definición actual única e incontrovertible, tanto en términos académicos como populares el término evoca al hombre fuerte de la política, el más eminente de todos, situado por encima de las instituciones de la democracia formal cuando ellas son apenas embrionarias, raquíticas o en plena decadencia. Caudillismo e institución democrática son elementos situados en los extremos de una línea ascendente de la evolución política en donde el primero sería el más primitivo y el segundo el más desarrollado. La figura del caudillo puebla la historia, la leyenda y el imaginario político latinoamericano’’.(Castro et.al. 2007:)

El término ´´caudillo`` es tan elástico a la hora de su uso, que se refiere a una cantidad de personalidades similares pero con grandes diferencias (…) aunque tal elasticidad del término podría dar cabida a discusiones interminables sobre lo que precisamente es, y no es un caudillo, ello es un obstáculo menor en el abordaje del tema, como si habláramos de otros temas poliédricos como la democracia o el nacionalismo. Basta decir, entonces, que cuando nos referimos al caudillo, indicamos a quienes ejercen un liderazgo especial por sus condiciones personales; que surge cuando la sociedad deja de tener confianza en las instituciones formales.( Castro et.al 2007:).

 Y por lo tanto lo que hoy conocemos como democracia formal se ve afectada  por la arbitrariedad de los caudillos. Además hay que considerar que en el concepto en cuestión:

´´El caudillo,(era)prácticamente un jefe de guerra que buscaba convertir su clientela regional en un feudo personal de soldados, dependientes y tributarios, no se preocupó mucho de pretender que todos los adultos varones fueran ciudadanos nacionales iguales ante la ley, y dedicó poco esfuerzo a forjar una nación integrando los territorios provinciales. Los caudillos excepcionales que trataron de sentar las bases para la construcción nacional, tuvieron que luchar para controlar a sus contrapartes menos excepcionales, y para forjar la maquinaria de rentas, coerción y patronazgo necesarios para colocar a los Estados sobre un terreno más firme’’ Stern(comp)et.al.1990:203.

 Hay que considerar que una de las características más común en los caudillos es su carisma para atraer a las masas rurales, como dice el sociólogo Max Weber:

´´carisma es la insólita cualidad de una persona que muestra un poder sobrenatural, sobrehumano o al menos desacostumbrado, de modo que aparece como un ser providencial, ejemplar o fuera de lo común, por cuya razón agrupa a su alrededor discípulos o partidarios(…). La atracción de los prosélitos es crucial, y esencialmente el carisma del gran personaje no se define tanto por lo que dijera o hiciera, sino por la adhesión supra racional de sus respectivos seguidores. La dominación carismática, o del que tiene carisma- ya sea héroe militar, revolucionario, demagogo o dictador- significa la sumisión de los hombres a su jefe. El sustento del carisma es emocional, puesto que se fundamenta, en la confianza, en la fe, y en la ausencia de control y critica. Pero el carisma no basta: nadie puede ser un líder solitario, puesto que su carácter, las esperanzas de sus contemporáneos, las circunstancias históricas, y el éxito o el fracaso de su movimiento respecto a sus metas son de igual importancia en los resultados que obtenga.

El carismático, por su parte, dice creer, y hace creer que está llamado a realizar una misión de orden y presencia superiora que es indispensable. Fuera del, está el caos. Aquí los conceptos de jefe e institucionalidad aparecen nítidamente como distintos y contrarios. Su tipo de dominación es la antítesis de la dominación legal y tradicional, porque estas significan límites debido a la necesidad de respetar la ley o la costumbre, y tener en cuenta los órganos instituidos del control social. Weber destaca que la dominación carismática no se encuentra en estado puro en la realidad, ya que no está desprovista del todo de la legalidad, y la tradición comporta ciertos aspectos carismáticos o incluso burocráticos’’ (Castro.et.al.2007:12).


Los caudillos y la historiografía latinoamericana.

La noción de caudillismo goza de aceptación general en la historiografía peruana, así como en la latinoamericana, adquiriendo mayor difusión en la segunda mitad del siglo XX, asimilándose a otros “ismos” estudiados por las ciencias sociales. Aunque existen personajes que en otras partes del mundo y en pleno siglo XX se hicieron llamar caudillos (así, Hitler era el Führer, Franco se proclamó “caudillo de España por la gracia de Dios”) y gobernaron apoyándose a un principio de liderazgo personalista, los científicos sociales e historiadores no consideran que los regímenes que establecieron sean ejemplos de caudillismo, sino antes bien los asocian con los regímenes totalitarios modernos. Esto no es impedimento para hablar de caudillismo o de rasgos caudillistas en el comentario político de carácter crítico, ni que lo hagan los historiadores para subrayar, por medio de la analogía entre pasado y presente, el carácter anómalo de cierto sistema político.

El término caudillismo, es de una relativa y reciente adopción en el medio académico, evita la referencia institucional al ejército, y antes bien se centra en el tipo de liderazgo, trasladando al individuo y al grupo social concebido de una manera más difu
                 

Desarrollo.

Características generales del caudillismo en el contexto latinoamericano.

Podríamos decir que las características del caudillismo en forma general comprenden el personalismo, el carisma, la audacia, ambición de poder y valentía; y escudándose en eso toman el mando de manera personalista basado en su liderazgo. Además el caudillo gobierna de una manera paternalista y altamente centralizada.

Las alianzas políticas de los caudillos tuvieron apoyo en los vínculos personales y familiares. Eso explica – Charles Walker-,cuando habla del apoyo que Gamarra tuvo en el Cusco, a pesar de tener también opositores en la zona. Es decir, hubo una identificación entre la masa  que habitaba una determinada región y la imagen de un caudillo autóctono de la zona, en quien se veían identificados sus necesidades.

Este regionalismo también se explica por el hecho de que no existía una figura política que representara a la nación en su conjunto, por lo que se buscaba una identificación con personas de su entorno geográfico local. Entonces se creó una especie de imagen mítica de los caudillos, que eran vistos como los sobresalientes próceres de la independencia. Se les relacionó con una aristocracia guerrera, llevándolos a un estado de inmortalidad.

Hay que considerar que los caudillos fueron básicamente militares que habían participado en las guerras de independencia, de ahí venía la mayor parte de su honor, y esto  fue utilizado por ellos para alcanzar posiciones públicas sobresalientes. Además estos descansaban principalmente en los militares para su apoyo y sostenimiento.

Según la visión del historiador John Lynch, los caudillos cumplieron tres funciones en las incipientes repúblicas hispanoamericanas. En primer lugar, el caudillo era el líder militar de una hueste armada que peleaba por el control político de la región. En segundo lugar, el caudillo era un benefactor que establecía relaciones de clientelaje con diversos individuos a los que prometía cargos, riquezas, y prebendas, a la condición de luchar bajo su mando. Finalmente, el caudillo desempeñó el rol de gendarme o protector, coercionando la movilización de las masas campesinas e ´´indias`` que ponían en jaque la estabilidad de los regímenes caudillistas.                   


Diferencias y semejanzas entre el caudillo y el dictador.

Existe un particular vínculo entre las nociones de caudillo y de dictadura. En cuanto a la línea que distingue a los “antiguos” caudillos con los “contemporáneos”, es la forma en que estos ejercen el poder. Los antiguos caudillos tenían poca noción de legitimidad a la hora de ejercer su poder, en cambio los caudillos contemporáneos al estar en otro contexto social, político y cultural accedieron al poder en algunos casos por vías democráticas he hicieron uso de políticas de masas y de recursos estatales en favor de las clases desposeídas para fortalecer el apoyo de estas masas en lo que se puede denominar una especie de régimen “populista”. Siguiendo esta línea de argumentación

 ´´Una de las dimensiones más críticas de cualquier cultura política involucra la noción de legitimidad política, esto es, la serie de creencias que conducen a la gente a considerar la distribución del poder político como justa y apropiada para su propia sociedad. La legitimidad política se funda sobre tres elementos: la tradición, la legalidad racional y el carisma. Los hombres obedecen (cuando es voluntariamente) a una mezcla desigual de hábito, interés y devoción personal. En otras palabras la legitimidad provee la racionalidad para la sumisión voluntaria a la autoridad política’’ (Castro 2007:14).

Esta noción puede ser aplicada tanto a los antiguos como a los contemporáneos caudillos, ya que en el caso de los primeros tenemos la influencia ejercida sobre la comunidad local o regional del caudillo como mecanismo para lograr cierto margen de legitimidad y en el otro caso se refleja en las políticas aplicadas en el contexto de la dictadura.

Así se tiene que:

´´El caudillo tiene mucho de dictador, pero no todo dictador es un caudillo. De aquí que el concepto de legitimidad es crucial para esta distinción. Y el caudillismo florece en un medio político- cultural específico, en circunstancias también particulares de falta de control’’ (Castro 2007:14)

A la vez hay que aclarar que:

´´Los caudillos pueden gobernar de una manera autoritaria, que es con frecuencia un reflejo de las propias normas y expectativas generales de su propia sociedad, ellos pueden ser completamente no totalitarios. Hay límites más allá de los cuales el líder no iría. Gobernar de una manera tiránica viola el contrato social informal pero plenamente comprendido o ´´reglas del juego’’ que gobiernan las relaciones del caudillo con la sociedad política´´ (Castro 2007:18)

Entonces tenemos pocas diferencias entre lo que es el caudillo y el dictador, siguiendo la línea sobre el concepto de legitimidad aplicada a estos dos fenómenos podemos decir que el caudillo mediante su personalismo y la aplicación de políticas autoritarias tiende a crear un control legitimo sobre las fuerzas políticas y sobre la sociedad en su conjunto sin necesariamente utilizar la violencia de por medio, ya que toda la institucionalidad perdida en un régimen político particular se trata de encarnar en la persona del caudillo para así lograr el control y la estabilidad política y social necesaria para gobernar. En cambio en el caso de la dictadura no necesariamente se hace uso del concepto de legitimidad a la hora de aplicar las políticas de control sobre la sociedad, al contrario en muchos de los casos latinoamericanos del siglo XX se hizo uso de los gobiernos dictatoriales desestabilizando el gobierno democrático y llegando al poder de manera ilegítima, sin embargo otros usaron medios legítimos para llegar al poder por lo que tanto el caudillo como el dictador pueden y han usado recursos legítimos e ilegítimos para gobernar, diferenciándose quizás mayormente en el contexto social, político y cultural donde se den estos fenómenos.


Causas del caudillismo.

Entre las causas del fenómeno caudillista en América, según John Lynch, los caudillos surgen en la época posterior a la independencia debido a la impracticabilidad de las constituciones y a la falta de consenso político de las oligarquías que estuvieron a cargo del poder después del retiro de la colonia española en el territorio  americano.
                  
Después de la independencia ninguna institución gozaba de legitimidad, ya sea por desconfianza en su eficacia o por los miedos que inspiraba la recién lograda emancipación. De ese modo, se requería una persona en la que se vislumbrara esa legalidad; característica que el pueblo vió en los caudillos.

La clase militar había ganado prestigio con las luchas de independencia; y además estaba a favor del caudillo y le había concedido el control de la institución armada, porque los caudillos, en general, eran militares.



El caudillismo y su influencia en la configuración de los Estados Nacionales.

La etapa conocida como la determinación nacional estuvo marcada por la carencia de recursos económicos, la inexistencia de instituciones republicanas operantes y funcionales, y la fragmentación social (Basadre:1963).

En éste contexto surgió el caudillo militar. Flores Galindo (1999) ha expresado que el caudillo emergió en circunstancias en que el vacío de poder ocasionado por la desmembración de la antigua aristocracia colonial y el éxodo español ocasionó que la fuente única de poder real fuera el nacido de las bayonetas.

El ejército peruano literalmente no existía, tan solo estaba la presencia de distintos jefes militares, los cuales congregaban a un número variable de seguidores según clientela que pudieran conformar y mantener.

Los grupos de poder no tenían una dimensión nacional, sino tan solo regional, como resultado de la desarticulación económica y social del Perú. Estos grupos encabezados y liderados por caudillos se expresaron en la propia posición personalista de los distintos jefes militares.

El discurso personalista de los jefes militares fue la expresión de la falta de una visión ideológicas orgánica de lo que es el Perú. No habían programas, planes nacionales, en suma, visión de país. En este contexto la personalidad del caudillo era la mejor garantía del "orden" nacional. Ya más adelante Ramón Castilla (1844-1851)-(1855-1862) contó con la capacidad de mantener el orden político y social, además de empezar un proceso de organización del estado peruano gracias a que pudo disponer de los recursos provenientes de la exportación del guano, del cual habían carecido los gobernantes que lo precedieron. Estos recursos los movilizó para generar una enorme clientela, de dimensiones no vistas en los años inmediatamente posteriores a la caída del régimen. A La Mar y a Santa Cruz se les acusó permanentemente de no ser peruanos. 


Comparaciones entre el caudillismo de Rosas y el de Gamarra.

Desde el punto de vista del proyecto político.

El proyecto de Rosas buscaba establecer una política federal, específicamente este caudillo:

´´Era un ardiente federalista de Buenos Aires. Poseía el carisma  para someter a los caudillos rivales. Impuso su autoridad personal, extendió el poder de la provincia de Buenos Aires sobre todo el país y edificó una nación sobre el principio del federalismo. También era un ardiente nacionalista, tanto así que algunos extranjeros lo consideraban un xenófobo`` y además ´´…quería gobernar toda Argentina y para ello puso en práctica una política, por lo general sin escrupulos, que favorecía a los estancieros y propiciaba la consolidación de una aristocracia latifundista…(además) pensaba y gobernaba como un centralista y siempre defendió la Hegemonía de Buenos Aires``(Orrego et al.2005:113-114)

Además Rosas dividió la sociedad entre aquellos que mandaban y aquellos que obedecían. El orden lo obsesionaba y la virtud era la subordinación. En lugar de una constitución pidió un autoritarismo total, y en 1835 justificó la posesión de un poder sin límites como clave para acabar con la anarquía.

Pero lo que Rosas veía como un benevolente despotismo, era calificado por otros ´´argentinos`` como una cruel tiranía de su régimen político. Para este caudillo había algo más detestable que la democracia, que era el liberalismo. Las doctrinas constitucionales de unitarios y federales, no le interesaban, y nunca fue un auténtico federal. Explicaba las divisiones políticas en términos de estructura social. Rosas manipulaba a los sectores subalternos de la sociedad. Sentía horror de la revolución social y cultivaba a las clases populares no para darles poder o propiedades sino para apartarlas de la violencia y la insubordinación. Su federalismo tenía poco contenido social. En realidad, Rosas destruyó la división tradicional entre federales y unitarios e hizo que estas calificaciones carecieran de significado. Las sustituyó por rosismo y anti-rosismo. Su base de poder era la estancia, foco de recursos económicos y sistema de control social. Así armado procedió a tomar la posesión total del aparato estatal.

Con los principales medios de represión en su poder, terminó su dependencia de las fuerzas irregulares del campo. Rosas ejercía en aquel entonces un monopolio de poder en un estado acorde a los intereses de los ganaderos y a una primitiva economía de exportación. Se impuso un control político total, por lo tanto, el rosismo era un clásico despotismo. No se permitían lealtades rivales ni partidos alternativos. Este régimen dio a Rosas hegemonía sobre Buenos Aires durante más de dos décadas. Pero no pudo aplicar la misma estrategia para todo el resto de la Argentina. En el interior, el partido federal tenía raíces económicas más débiles y una base social más estrecha. La pacificación del interior, por lo tanto, significaba la conquista por parte de Buenos Aires.

El régimen Gamarrista, de acuerdo a la constitución de 1828, se inició en 1829 y concluyó en 1833, se desarrolló en un ambiente de grave crisis económica y de inestabilidad, en los que toca a la política interna e internacional.

En lo que respecta al primer aspecto, las guerras por la independencia habían creado una retracción en las actividades agrícolas, mineras y ganaderas. Por lo tanto se dio el  caso de

“La crisis económica imperante más el permanente estado de inestabilidad política en que se desarrolló el régimen, impidieron a Gamarra realizar una buena labor administrativa’’ (Rivera:et.al: 16)

Además  Gamarra logró a penas terminar su gobierno constitucional. Tuvo un carácter muy activo por lo que se ausentó varias veces de la capital para reprimir las rebeliones y levantamientos que ocurrieron en diversas regiones de lo que hoy es el Perú.

En términos generales los caudillos militares que gobernaron el Perú cumplieron un papel fundamental en evitar el desmembramiento geográfico del Perú, primera condición para asegurar la viabilidad de un  nuevo estado nacional.

Los caudillos no podían consolidar el sistema democrático, representativo y constitucional del Perú. En éste sentido eran esencialmente autoritarios y opuestos a los sueños doctrinarios liberales en la práctica.


Desde el punto de vista de la influencia social.

Con Rosas, el poder del sistema se basaba en la propiedad y en el funcionamiento de la estancia que, a la vez, era el núcleo de los recursos económicos y un sistema de control social. Su dictadura consolidó el dominio de la economía mediante la estancia. Ella le dio dinero para la guerra, la alianza de sus colegas estancieros y los medios para reclutar un ejército de peones, gauchos y vagabundos. Rosas sabia como manipular a la gente pues la estancia fue su escuela política. Allí aprendió que solo la implantación de un férreo control podía lograr someter a una población móvil e indisciplinada como la gaucha. También se dio cuenta de que la única manera de obtener la lealtad y el control de aquellos gauchos y peones, itinerantes y celosos de su autonomía, era cortejarlos, ´´hacerse gauchos como ellos’’, seducirlos mediante gestos y favores, convertirse en su apoderado, en un caudillo protector que ellos también pudieran considerar suyo. Si bien Rosas se identificaba culturalmente con los gauchos, no formaba parte de ellos socialmente ni los representaba políticamente. En pocas palabras:

“El centro de sus fuerzas eran sus propios peones y sus subordinados, que más que apoyarle estaban  a su servicio y cuya relación era más de clientelaje que de alianza``(Orrego,et.al 2005:114)

 A través de esto hubo un miedo inconsciente de los hombres por la anarquía y el caos que aceptaban el clientelaje de Rosas.

Gamarra no fue un caudillo tan preeminente como Rosas para llevar a cabo el poder y la subordinación  a través del clientelaje, pero si era un caudillo mestizo de gran importancia para la república peruana para salvarlo del desmembramiento territorial.



Perfiles de Rosas y Gamarra.

´´Rosas estuvo lejos de ser un caudillo rústico, ignorante o bárbaro como hubo muchos en América Latina por esos años. Su manera de gobernar, la astucia o el cálculo  que proyectaba en sus acciones y en sus pronunciamientos contra sus más enconados enemigos, sugieren una forma de hacer política que dista mucho de los patrones de la rusticidad o del primitivismo.(Hay que tener en cuenta que) su dictadura no era militar: era un régimen civil que empleaba militares sumisos. Su herencia fue la hegemonía de los terratenientes(estancieros),la degradación de los gauchos y la dependencia de los peones. El estado rosista era como una estancia gigantesca. Todo el sistema social, en síntesis, se basaba en la relación patrón-cliente (Orrego et.al.2005:115)

Además Rosas era un hombre de instinto conservador, era una criatura de la sociedad colonial en donde se había formado, era un tenaz defensor de la autoridad y la jerarquía. A pesar de su política ´´populista``_, estaba  a favor de la conservación de la estructura social tradicional su modelo favorito al parecer era la monarquía del antiguo régimen. 

Por otro lado Gamarra por la historiografía peruana ha  tenido tanto defensores como detractores. Entre estos últimos se cuenta el historiador Rubén Vargas Ugarte quien ha expuesto su opinión al respecto:

´´Gamarra fue un vulgar ambicioso de mando, que acarreó grandes daños al Perú, originando un período funesto, cuyas consecuencias se sufrieron largamente en el país. Padecía de un raro delirio revolucionario, sin ser verdaderamente un héroe. En su afán de subir al poder no escatimó medios, ni se detuvo en reparos de conciencia. En Ecuador llegó hasta solicitar apoyo para que este país se aliase con Chile contra el Perú. Era falso de carácter, predominaba en él la vileza y la ambición personal antes que el interés social y el bienestar de la república, la cual, en su creencia, era un feudo que le pertenecía''



Política interna.

Hay que considerar que Gamarra gobernó en un contexto de gran inquietud que caracterizó a su régimen, teniendo como uno de los factores el carácter autoritario de su gobierno, la infracción de algunos dispositivos de la constitución y la permanente amenaza para el Perú de la actitud disociadora del presidente boliviano Santa Cruz al querer configurar la confederación Perú Boliviana.

Por otro lado, Rosas controlaba todas las instituciones del Estado y la sociedad, no había tolerancia para la oposición, ni tampoco oportunidad alguna. Era un gobernante absoluto, no dominaba solamente a los poderes legislativo y judicial, también controlaba la administración. Una de sus primeras medidas, fue purgar la antigua burocracia. El sistema de gobierno era en extremo primitivo y carecía por completo de una estructura constitucional.

Rosas ejercía algún control de facto sobre las provincias, en parte para impedir que la subversión se filtrara en Buenos Aires, en parte para tener una segura base en su política económica y exterior, y en parte para adquirir para su régimen una dimensión nacional. Su política consistió en desgastar a los caudillos provinciales. Expandió su poder en el litoral en los años 1835-1840.

Consideraba a los unitarios como “enemigos de Jesucristo” puso fin al liberalismo y anticlericalismo de Rivadavia, restauró iglesias, reinstaló a los dominicos y autorizó el regreso de los jesuitas. Pero tenía un concepto utilitario de la religión y la evaluaba sobre todo como un apoyo para el orden social y la subordinación.

El poder militar del régimen de Rosas, no sólo descansaba en las milicias y los montoneros, sino también en un ejército regular de oficiales y soldados profesionales, si bien no era un verdadero ejército nacional, constituía el núcleo de uno de ellos y dedicó una gran parte de su primer gobierno a crear un ejército permanente. Aunque había una diferencia entre milicias y fuerzas regulares, bajo el régimen de Rosas cualquier unidad de milicia podía ser simplemente transferida a regimientos de línea y quedaba sujeta a la severa disciplina y al servicio activo del ejército regular. Por lo tanto, el ejército de Rosas no era un ejército “popular”. Era una multitud incoherente y apolítica de conscriptos reclutados El rosismo era una tiranía arbitrariamente impuesta. Rosas ofreció un escape de la inseguridad y una promesa de paz, con la condición de que se le otorgaran facultades totales, único remedio para la anarquía total.



Conclusión.

Para este trabajo podemos decir que el fenómeno del caudillismo en Hispanoamérica logró dotar de cierto orden y estabilidad a la sociedad de los países recién conformados después de las guerras de la independencia.

Para el caso de Juan Manuel de Rosas tenemos que su régimen personalista encarna y es representativo del tipo de gobierno que se adoptó en gran parte de las repúblicas hispanoamericanas, centralizando el poder y la administración del estado en su persona para lograr aplicar su política en pro de un orden social. Entonces el régimen autoritario jugó un papel importante dentro de esta etapa. 

Por otro lado en el caso de Agustín Gamarra podemos decir que este  caudillo militar peruano tenía otro tipo de ambiciones en el ámbito político, al ser un presidente constitucionalista, se diferenció con Rosas ya que este último no creía en la Republica como sistema de gobierno, pero Gamarra al igual que Rosas hicieron uso del mecanismo de clientelismo para desarrollar una influencia regional y para constituir su poder, en el caso de Rosas en la provincia de Buenos Aires y en el caso de Gamarra en el Cusco.

Para finalizar, podemos decir que estos regímenes encarnados en personajes militares y de características personalistas, fueron de gran importancia a la hora de abordar los problemas derivados de las guerras de independencia, traducidas en polaridad política, regionalismos autónomos y desorden político, que llevaron en algunos casos como el de Rosas a centralizar de manera drástica el poder para llevar a cabo diversas reformas, constituyendo así algunos pasos en lo que respecta a lo que sería la posterior construcción de los estados nacionales hacia finales del siglo XIX.

                            

            
                                                                    Agustín Gamarra.                         

                       
                           


                                                                 Juan Manuel de Rosas.


Bibliografía.

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3.- Lynch, John; “Caudillos en Hispanoamérica 1800 - 1850”. Colecciones MAPFRE, 1993.

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7.- Stern, Steve (comp) ´´resistencia,rebelión y conciencia campesina en los Andes. Siglos XVIII al XX)’’ IEP.1990.

8.- Walker, Charles; ´´De Túpac Amaru a Gamarra. Cusco y la Formación del Perú Republicano’’(1780- 1840). Editorial. Cusco:CBC,1999.



Rodrigo Bustos. Historiador de la Academia de Humanismo Cristiano.
Erick Urrutia. Historiador de la Academia de Humanismo Cristiano.


*Este fue un trabajo para la cátedra de América Latina: Sociedad Oligárquica y Movimientos Sociales con el profesor Manuel Fernández Gaete en el año 2012.



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