El escribir hoy un
artículo sobre el neoliberalismo se hace imprescindible, no solo por la
coyuntura de crisis económica que vive el mundo, sino por ser este modelo el
que ha gobernado los destinos del mundo los últimos veinticinco años, sin
ningún contrapeso. Qué duda cabe ya que el gran fenómeno que ha dominado la
política económica mundial marcadamente desde principios de los noventa ha sido
la reducción del radio de acción del estado, las privatizaciones masivas, las
desregulaciones en el comercio a escala mundial y la deslocalización,
desregulación y tercerización del mercado laboral.
El neoliberalismo ha
sido discutido tanto por sus partidarios como sus detractores hasta incluso en
su etimología ya que muchos ponen en duda que se pueda hablar de libre mercado
o liberalismo con la concentración masiva de capital en unas pocas manos que es
el fenómeno que domina el escenario mundial hoy, y se prefiere hablar hasta de
neocapitalismo, capitalismo de estado o hasta incluso neo corporativismo. En ocasiones
los intelectuales que defienden el libre mercado han querido hacer una defensa
del liberalismo clásico y criticar a aquellos que hablan del sistema económico
actual calificándolo de neoliberalismo, argumentando que en los últimos treinta
años el estado ha crecido como nunca (1).Pero el Estado hoy no crece por
el número de empresas que nacionaliza, sino por el aumento del gasto público
encaminado precisamente a atender las áreas donde el marcado no llega, o más
radical aun a nacionalizar empresas privadas en quiebra para luego volver a
privatizarlas; en efecto, hoy hasta incluso el crecimiento temporal del estado
está diseñado para privatizar las ganancias y socializar las perdidas. El
problema de cómo conceptualizar etimológica y teóricamente el actual modelo
económico mundial es uno de los problemas que abordare en este escrito.
Este problema es
importante ya que su resolución engancha con el problema de fondo que dice
relación con el balance que se hace de este modelo que asumió el control total
del sistema económico mundial desde la desaparición de los socialismos reales.
Sus partidarios
sindican el actual momento de la historia como el de mayor prosperidad y
movilidad social que ha conocido la humanidad, círculo virtuoso que atribuyen a
la implantación y desarrollo del modelo en casi todo el mundo.
Pero varios de sus
detractores han venido levantando la tesis de que el actual modelo de desarrollo
tendrá un costo elevadísimo. Varios autores han advertido sobre el cambio de modelo
de desarrollo desde aquel que domino las mecánicas de circulación del capital a
finales del siglo XIX y principios del siglo XX y el actual modelo, que no se
basa en un capitalismo totalmente nuevo sino en un modelo con muchas reminiscencias
del antiguo, pero que sin embargo no ofrece respuestas para los nuevos
problemas que enfrenta la humanidad. Solo por describir a grandes rasgos el
nuevo enfoque teórico mundial, los problemas que antes constituían grandes
retos para la humanidad como el dominio de la naturaleza, la acuciante pobreza,
el hambre o las enfermedades curables, suponían graves y grandes problemas, pero,
aun así, problemas que tenían un carácter relativamente “estático”, dada la
realidad institucional de finales del siglo XIX y principios del XX (2).
El cambio tecnológico y la llegada de la modernidad han traido una nueva ola de desarrollo capitalista que, junto con sus beneficios, ha
generado sin embargo una cantidad de problemas sociales y económicos que ya no
son estáticos, sino que veloces, que mutan constantemente de tamaño y que circulan
con la misma velocidad que el movimiento y circulación de mercancías que se ha
impuesto con el cambio tecnológico y la globalización.
Para este nuevo tipo de
problemas sociales y económicos tan radicalmente distintos a los del siglo XIX
y XX, el actual modelo no ofrece respuestas, antes bien los reproduce, ya que
se encuentran en su propia dinámica; la concentración de la riqueza, el tráfico
de drogas, la reproducción de la pobreza y sus rebrotes, así como el cambio climático
hoy a diferencia de hace ciento veinte años atrás son de un desarrollo rápido
de un cambio de tamaño y magnitud que se produce en cuestión de meses o
semestres y su dinámica es inherente a la dinámica de circulación de mercancías
y capital financiero propia de la globalización, la más rápida circulación de
toda la historia. La constatación de que estos graves problemas sociales y
medioambientales surgidos en la era industrial, agravados en la así llamada
modernidad y era post-industrial, no parecen tener una solución posible dentro
de este modelo, y su nueva dinámica ha generado todo un debate teórico acerca
del modelo económico que tememos y como denominarlo, ya sea para justificarlo,
sustituirlo o reformarlo.
Para estos efectos,
como señalamos anteriormente se ha recurrido a la teoría existente, así como
también a la etimología y a los orígenes de categorización ideológica, en otras
palabras, al nominalismo cargado de historicidad. Dicho esto, para analizar el
actual modelo, las ciencias sociales necesitan de la historiografía hoy acaso
más que en ninguna otra época.
Habiendo existido una
época clave en la historia como la década de los noventa, se hace necesario
describir las formas distintas de sistemas de libre mercado y los intelectuales
que la conceptualizaron ya que en no pocos casos el neoliberalismo se igualo al
marxismo en su pretensión científica y su postulado central según el cual había
leyes que regían la historia vinculadas a las variables económicas y los modos
de producción.
Siguiendo la línea de
esta similitud, veremos hasta qué punto el neoliberalismo constituyó al igual
que las revoluciones socialistas una revolución jacobina en su concepción de
modelar la sociedad.
Friedrich Hayek la va a
otorgar a las ciencias políticas como disciplina y a la política un rol tan
esencial como a la economía, sobre todo en lo relativo al sistema de partidos
que debe prevalecer en una democracia de contención para garantizar la economía
de libre mercado.
La idea de una
democracia protegida se encuentra es el centro teórico del sistema político
propuesto por Hayek en el cual gobierna la virtud. Para él estas dimensiones
no son elaboraciones indeterminadas, es decir producto de la deliberación de la
voluntad popular, sino que vienen pre construidas. Para Hayek la libertad
económica es la más esencial de las libertades y en una democracia política
todo el resto de las libertades están supeditadas al derecho de propiedad.
Siempre se señala a la dictadura de Augusto Pinochet como la adaptación
histórica a las tesis políticas y económicas de Hayek, incluso consagradas en
la constitución elaborada por el gobierno militar, aun cuando este régimen no
haya sido ni mucho menos el único en intentar llevar a la práctica las tesis
hayekianas.
Los orígenes
etimológicos y teóricos del neoliberalismo se pueden situar en la década de 1930
del siglo XX donde establecen una franca ruptura con el liberalismo clásico del
laissez-faire
y aún más, una revisión crítica de lo que fue contractualismo del siglo XVIII
en el que se inspiró el liberalismo y la democracia representativa tradicional.
La tarea de la refundación intelectual no condujo a una doctrina unificada y el
tremendo y casi utópico desafío de revisar las bases teóricas del liberalismo
clásico produjo a varias corrientes y concepciones epistemológicas que
divergieron radicalmente en lo teórico y que no son reductibles a luchas de
poder o diferencias menores. Los orígenes etimológicos y genealógicos del
neoliberalismo son más intrincados de lo que pudiera pensarse y se sitúan en
varias fechas, contextos y procesos distintos como veremos.
La
antesala del origen
En algunas ocasiones se
tiende a pensar que los orígenes del neoliberalismo están en el siglo XX y si bien
esto es hasta cierto punto correcto, no hay que olvidar el profundo impacto que
tuvo en la sociedad europea la corriente de pensamiento liberal en el siglo
XIX. Mientras el liberalismo anglosajón estuvo en muchos casos fuertemente
ligado a la religión- (especialmente al protestantismo)- el liberalismo
continental europeo tuvo fuertes diferencias con esta, especialmente con la
iglesia católica. En España, Francia, Alemania e Italia hablar de liberalismo
era evocar el materialismo racionalista, totalmente opuesto al poder temporal
de la iglesia. Este conflicto llega al continente americano y en el caso de
Latinoamérica el liberalismo continental intensifica su disputa con la iglesia
católica.
La influencia de las
ideas de la ilustración y de la Revolución Francesa ayudo a que el desarrollo
de las ideas liberales viera en el viejo régimen todo vestigio de religiosidad,
enfrentándose, por lo tanto, los liberales con los creyentes en América Latina.
Esta diferencia explica en parte porque fue característico del siglo XIX en el
continente el enfrentamiento entre liberales y conservadores. En esta
confrontación, así como en el alejamiento de la corriente liberal de las
concepciones religiosas fue clave la masonería. Pero también es
importante señalar que las ideas liberales necesitaban un acercamiento con la iglesia
a fin de convocar mayor atención pública. Esta necesidad provoca que no pocos
liberales evoquen un “nuevo-liberalismo” que se distancia de su rivalidad
filosófica con el clero y que los distinga del liberalismo clásico. Este “nuevo
liberalismo” que intenta permear en América Latina, tiene un profundo impacto
en Europa, especialmente en Italia y Alemania. Se postula que esta nueva manera
de ver el liberalismo está asociada a fines del siglo XIX y principios del XX a
la formación de los partidos social-cristianos y demócrata-cristianos en la
Europa continental.
El
origen del concepto en el siglo XX; El coloquio Lippmann
Rastrear el origen del
término neoliberalismo en el siglo XX es intrincado ya que para encontrar por
primera vez los vestigios de la palabra hay que situarse en la década de 1920.
Es ahí donde puede comenzar a rastrearse el término, por una parte, podría
decirse que casi su primera aparición, en forma de termino y de programa
económico es en el trabajo del economista sueco Eli. F Heckscher en 1921(3).
Así mismo en el libro de Ludwig Von Mises socialismo de 1922, donde el teórico austriaco
expresa la necesidad de someter a exhaustiva revisión los viejos principios liberales.
Bernard Walpen asegura que el termino neoliberalismo ya había sido usado por
Hans Honegger para describir una corriente que ya existía en Suiza (4). En
1927 nuevamente Von Mises en otro libro, liberalismus vuelve a expresar la
necesidad de adoptar un nuevo liberalismo. Sin embargo, luego de estos dos
escritos surge una controversia: Von Mises argumenta que se debe coincidir con
el liberalismo clásico en el sentido de que “la mejora material de todas las
clases asalariadas solo se puede dar con el aumento sostenido del capital
basado en la propiedad privada de los medios de producción. La economía
subjetiva a ratificado este principio a través de la teoría de salarios”.
De esta cita se
desprende que Von Mises no cree que exista una ruptura absoluta con el viejo
liberalismo aun después del surgimiento de la teoría subjetiva del valor (5).
Así muchos discípulos de éste aseguran que el autor cuando hablaba de
“nuevo liberalismo” lo hacía refiriéndose a los socialistas encubiertos o a
aquellos que solo eran pseudoliberales y no liberales reales en todo el sentido
político y económico del concepto. La confusión aumenta si se considera que
también usa el término para señalar el surgimiento de un “nuevo liberalismo”
después de la aparición de la teoría subjetiva del valor. Es decir, en sus
escritos Von Mises cita al nuevo liberalismo para designar fenómenos tan
diversos como posturas políticas ambivalentes de sus correligionarios, a los socialistas
que hacen pasar por liberales y a una filosofía y proceso económico como la
teoría subjetiva del valor.
En el año 1938 se
reunieron en París un grupo de destacados pensadores liberales por iniciativa
del periodista Walter Lippman. A esta reunión se le conoció como el coloquio Lippman.
Se produjo en los albores de la segunda guerra mundial donde el auge del
estalinismo en Rusia y el ascenso del nazismo en Alemania arrinconaban a la
ideología liberal.
Participaron en el
seminario varios de los representantes más ilustres de las escuelas liberales
de la época entre ellos estaban Friedrich Hayek, Ludwig Von Mises, Jacques
Rueff, Alexader Rustow, Wilhelm Ropcke, Detauoff, John Condliffe, Michael
Polandyi Louis Rougier, Walter Lippman y Louis Baudin. El coloquio Lippman tuvo
una gran importancia ya que según Louis Baudin fue ahí donde se acuño por
primera vez en la historia en forma efectiva el término neoliberalismo, sin embargo,
esta reunión ha sido un desafío para la investigación historiográfica, ya que
no existen actas de esta reunión. Si hubiese existido esta sería una fuente
documental de primer orden, pero solo existe el testimonio del propio Baudin en
un libro que escribió a mediados de la década del cincuenta.
El propósito del
coloquio fue analizar las razones por las cuales el liberalismo había caído en
el descredito. En la reunión se culpó a buena parte de la clase política
europea de abandonar los principios liberales de finales del siglo XIX y al
abandonarlos precipitar a Europa a la primera guerra mundial. Se acuño entonces
el término neoliberalismo para destacar una nueva corriente de pensamiento que
se basaría en cuatro principios: el mecanismo de precios libre, el estado de
derecho como tarea principal del gobierno, el reconocimiento de que a ese
objetivo el gobierno puede sumar otros y la condición de estas nuevas tareas
deben decidirse mediante el consenso público.
El coloquio Lippman
convoco a varias corrientes del liberalismo bastante variopintas de entre las
cuales la más destacada es la que planeta la formación de un nuevo liberalismo
que deje de lado el liberalismo clásico manchesteriano basado en el laisser faire y
adopte un “dirigismo de estado” un “estado interventor” distinto al planteado
por el socialismo de planificación central y al de la economía keynesiana. Se
trataba de un estado basado en el imperio de la ley que regulara auténticamente
los desvíos del laisser
faire.
Para esta corriente encabezada por Walter Lippman y Louis Rougier, el
liberalismo clásico había cometido el fatal error de pensar que la economía de
mercado podía funcionar fuera de la jurisdicción del estado de forma automática,
sin necesidad de leyes gubernamentales que la rigieran y aun así funcionaria en
perfecto equilibrio; existía un orden natural que provocaba que las leyes del
mercado fueran metafísicas y que funcionaban con independencia de las leyes del
estado y la sociedad. Para Lippman y Rougier las ideas genéricas del
liberalismo clásico no habían generado las condiciones para la libre
competencia sino una concentración de riqueza y capital que contradecían en
casi todos sus postulados al equilibrio perfecto. Era la autoridad del estado y
las leyes las que debían volver a generar las condiciones para la libre competencia,
como decía la metáfora de Rougier: “el liberalismo clásico deja circular a los
coches en todos los sentidos generando embotellamientos y accidentes, la
planificación central le dicta a los autos las horas de salida y si itinerario
suponiendo que es el mejor que pueda tener un conductor, el nuevo liberal
impone un código de circulación admitiendo que no es forzosamente el mismo en
tiempos de transportes acelerados que en tiempos de diligencias”(6).
En esta reunión se
observan varias fracturas entre corrientes, si algo caracterizo al coloquio
Lipmann fue su capacidad para reunir a corrientes liberales muy heterogéneas
que tenían diferencias es cuestiones económicas no menores. La corriente de
Walter Lippman y Rougue sostenían que el estado liberal debía intervenir para
mantener y renovar continuamente los condiciones que generaban la libre competencia,
ya que la concentración de capital, especialmente de capital industrial creaba
monopolios donde los precios los fijaban un grupo reducido de oferentes lo cual
contradecía en dos puntos centrales a la economía clásica: la libertad de precios
y la libertad de los demandantes para elegir entre muchos oferentes. Con la concentración
de capital unos pocos fijaban los precios aproximándose de esta a manera a un
mecanismo de precios como el que poseía la planificación central.
En segundo término,
está presente una corriente muy heterogénea que va a ser conocida como
Ordo-liberalismo a quienes se les atribuye ser los padres de la economía social
de mercado.
En esta corriente son
claves las figuras de Wilhem Ropcke y Alexander Rustow, padres de la escuela
alemana. Su tesis apuntaba a que el marco del mercado se circunscribe al marco
de lo humano, que es mucho más amplio que el mercado mismo, de lo cual se concluye
que en una economía social de mercado deben existir salvaguardas para proteger
a los menos favorecidos.
También en esta
corriente son claves Alfred Muller-Armack quien define más exactamente lo que
debe ser una economía social de mercado. Muller-Armack había llegado al
convencimiento de que no podía aplicarse ninguna política económica con éxito,
sino estaba regida por un principio coordinador que garantizara la libre
competencia pero prestando atención a los problemas sociales que generaba dicho
orden, para este teórico era claro que la competencia solo podía darse bajo
marcos temporales y los ciclos económicos en los que no se daba generaban
crisis que no podían ser llevadas por la sociedad como se había constatado con
la crisis de 1929. Sin embargo, Muller-Armack así como Edgar Nawroth teóricos
de la economía social de mercado compartían con el resto de las corrientes del
coloquio su adherencia a los principios de la libre fijación de precios y su
rechazo a la economía dirigida keynesiana. De esta manera podría explicarse por
qué la corriente que defendía la economía social de mercado fue la primera en
transformarse en programa político y ser tomada por un sinnúmero de
colectividades políticas incluida la social democracia. Su oposición decidida a
la formación de monopolios y el papel del estado para rescatar de la quiebra a
estos atentaba contra el tronco de los principios de la libre competencia.
La tercera corriente está
representada por Ludwig Von Mises y Friedrich Hayek quienes defienden en forma
decidida lo que se va a conocer como economía neoclásica: la desregulación
masiva de la economía, los medios de producción en manos privadas y la libre
fijación de precios, así como el libre comercio sin trabas y una política
fiscal restrictiva como expresión de un estado reducido solo a las labores
coercitivas y jurídicas. La economía neoclásica tenía muchos opositores dentro
del coloquio que sostenían que este modelo no podía evitar la formación de
monopolios que, como ya se dijo, eran un obstáculo a la libre fijación de
precios y a la libre competencia. Sin embargo, para Von Mises, mentor de Hayek,
los monopolios no eran intrínsecamente perversos. Su tesis consistía en
demarcar una clara diferencia entre lo que era la concentración de capital y
los monopolios propiamente tales: el primer proceso era beneficioso para
formación de capital fijo y la generación de nueva tecnología, por lo tanto, la
concentración de capital era necesaria. Los monopolios por otra parte, para Von
Mises no eran una consecuencia natural del mercado sino una consecuencia de la
intervención del estado en la economía, por lo que no podía reprochársele a los
automatismos del mercado ni su formación ni su consolidación.
Se podría concluir que
los orígenes genealógicos del neoliberalismo van mucho más allá de los primeros
estudios críticos que se le hacen en la década de los ochenta.
Así mismo el
neoliberalismo no es homogéneo. Al menos en la etapa del coloquio Lippmann
encierra muchas fracturas, discrepancias y tensiones principalmente entre dos
grupos: aquellos que critican abiertamente el liberalismo manchesteriano clásico
(7) y lo responsabilizan del descrédito del liberalismo a nivel mundial y
un segundo grupo más bien renuente a aceptar la crítica al liberalismo clásico,
pero igual de convencido que el primero en la necesidad de refundar en
liberalismo. En el primer grupo se identifica a los padres de la economía
social de mercado en el segundo estaría el origen de la escuela de Chicago. El
coloquio Lippmann es importante porque es un debate heterogéneo, característica
que se perderá en la reunión de Montt Pelerin.
Como quedo esbozado
antes, en los orígenes genealógicos del neoliberalismo, el coloquio Lipmann es
clave por que deja en claro dos puntos importantes: el primero es que para la investigación
historiografía, es importante la existencia de documentos que acrediten lo que
alguien dijo, por sobre la fuente oral. El otro punto dice relación con
aquellos que argumentan que el termino neoliberalismo fue esgrimido por quienes
critican al liberalismo y quieren desprestigiarlo, argumento inviable ya que
desde su génesis el neoliberalismo es muy heterogéneo, por su naturaleza a
criticar filosófica y económicamente al keynesianismo, al marxismo y al
liberalismo manchesteriano; resulta útil revisar estos dos puntos. El primero
atañe específicamente al aspecto de la investigación historiográfica. Según
muchos autores la única fuente
de primer orden que existe sobre el coloquio Lipmann es
un libro que escribió Louis Baudin en 1950(8). Budin participo en la
reunión y fue uno de sus principales expositores, aun así el tiempo que dejo
pasar-(casi doce años)- para escribir el libro ha provocado que muchos
académicos destacados como Enrrique Ghersi(9) no consideren un ensayo
como documento de primer orden, por contener solo la versión de uno de los participantes,
su “propia versión” no contrastada. Pero si un ensayo con impresiones
subjetivas y con distancia de tiempo no es suficiente, si deberían ser documentos
historiografícos de primer orden; las actas el coloquio, como las que
desclasifico Serge Audier en el año 2012(10). Este si es un documento
oficial que da luces casi definitivas a la investigación sobre la primera vez
que se usó el termino neoliberalismo. Aun así, no sería para nada descartable
la versión de Bernard Walpern, al afirmar que la aparición más remota del término
surgió en 1921, en Suecia en forma de programa o en Suiza en 1925.
El segundo punto
importante esta reunión fundante es filosófico-doctrinario y dice relación con
las rupturas que ha de tener lugar el “nuevo liberalismo” con el marxismo, el
keynesianismo y el liberalismo clásico. Como ya se señaló, para Von Mises
estaba claro que tenia que establecerse una diferencia entre concentración de
capital y monopolio, si la concentración de capital fijo era positiva para la
economía por su mayor capacidad para invertir en tecnología nueva, los monopolios
no lo eran, por sus efectos en la fijación de precios. Este análisis era
especialmente difícil porque, si se aceptaba desde un principio que, en el
capitalismo, la concentración de empresas y capital eran una consecuencia inevitable
de su desarrollo, se aceptaba una de las tesis principales del marxismo
científico sobre el capitalismo y su declive, que se traduce en su tendencia a
la acumulación de capital. Si esta tesis era aceptada, el coloquio y la
“renovación del liberalismo” perdía su sentido. De ahí que Von Mises, el
representante de la ortodoxia liberal en la reunión expusiera que no es el
libre mercado el responsable de la formación de monopolios, sino la
intervención del estado en la economía el que los forma. Si se aceptaba esta
tesis, la acumulación de capital era el producto de privilegios jurídicos y por
lo tanto la libre competencia era lo natural. Pero precisamente la crítica al
liberalismo clásico-manchesteriano era su férrea defensa de la libre
competencia como ley natural; para los participantes del coloquio, esta tesis
del liberalismo clásico había terminado en la primera guerra mundial y
posteriormente en la crisis de 1929. La libre competencia no podía darse de
manera “espontanea a partir de condiciones” como las leyes de la naturaleza; el
hombre, el estado tenían que intervenir de forma artificial para que esta competencia
se diera; había que tener un entramado jurídico y social que posibilitara la
libre competencia, que por definición era “artificial”, no natural, construida y
modificable. Esta última característica es aquella en la que la reunión
pretendió ahondar: al orden natural espontaneo que postulaban los pensadores
del liberalismo clásico del siglo XVIII había que sustituirlo por un orden
legal, el liberalismo moderno requiere una jurídica que la norme, que le de
legitimidad, es decir un intervencionismo jurídico del estado diseñado por un
grupo de legisladores, no por la naturaleza. Esta tesis que será clave en el
coloquio; desde el punto de vista político, lo será en la Sociedad Mont Pelerinn,
desde todo punto de vista; político, filosófico, económico, sociológico y antropológico.
Además, el coloquio, sentará las bases para lo que después será conocido como democracia
autoritaria- (que tendrá un protagonismo innegable en todo el siglo XX)-, por
ahora solo decir que en esta reunión fue el principio de la ruptura por parte
de los nuevos liberales, con las tesis del liberalismo de los siglos XVIII y
XIX.
Notas.
(2) Algunos
académicos como Atilio Boron que analizaron el capitalismo de finales del siglo
XIX, observan que tenía condiciones donde la pauperización, el analfabetismo
fuesen aceptadas por las clases subalternas, dado que eran sociedades mucho mas
integradas. La explotación de las clases subalternas, exigía un grado de
sociabilidad con las clases oligárquicas, que provocaba que los flagelos
sociales endémicos y su solución tuvieran un desarrollo lento pero abordable.
Otro sería el caso de las sociedades con capitalismo neoliberal de finales del
siglo XX donde las clases altas y las clases populares no guardan vinculo
alguno. (Boron, Atilio, “La trama del neoliberalismo”, clacso,2003).
(3) Salinas,
Adán. Debates neoliberales en 1938. El coloquio lippmann, Revista de filosofía
nº26, 2016.
(4) Opp
cit.
(5) La
teoría subjetiva del valor se oponía a las tesis sobre el valor de uso y cambio
postulada por Marx, al afirmar que el valor de una mercancía no estaba
determina por el trabajo que se invertia en ella o por una propiedad inherente,
sino por la importancia que el individuo le dada para lograr sus objetivos y
deseos. (Stavisky, Sebastián. “La teoría subjetiva del valor como fundamento de
la figura del empresario en la obra de Hayek”, Revista de la carrera de
sociología vol. 8, 2018).
(6) Romo, Héctor, “los orígenes del neoliberalismo
del coloquio limppmann a la sociedad mont pelerin”, Economiaunam, Nº43,
enero-abril 2018.
(7) Fue la liga de
manchester la que planteó un liberalismo de competencia perfecta sin
intervención del Estado al sostener que la libertad y el libre intercambio
estaban implícitas en las leyes de la naturaleza, por lo tanto, se daban en el
hombre de manera espontánea, tuvo su apogeo entre 1825 y 1845.
(8) Boudin,
Louis, “l aube d un Nouveau liberalisme”, 1953.
(9) Ghersi,
Enrrique, “el mito del neoliberalismo”, 2004.
(10) Audier, Serge. “el coloquio
Lippmann, los orígenes del neoliberalismo”, parís, 2012.
Claudio Palma A. Licenciado en Historia, UAHC.
Notas.
(1) Ghersi
Enrrique. “el mito del neoliberalismo”, estudios públicos, 2004.
Claudio Palma A. Licenciado en Historia, UAHC.
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