junio 15, 2019

Los orígenes etimológicos del neoliberalismo


El escribir hoy un artículo sobre el neoliberalismo se hace imprescindible, no solo por la coyuntura de crisis económica que vive el mundo, sino por ser este modelo el que ha gobernado los destinos del mundo los últimos veinticinco años, sin ningún contrapeso. Qué duda cabe ya que el gran fenómeno que ha dominado la política económica mundial marcadamente desde principios de los noventa ha sido la reducción del radio de acción del estado, las privatizaciones masivas, las desregulaciones en el comercio a escala mundial y la deslocalización, desregulación y tercerización del mercado laboral.

El neoliberalismo ha sido discutido tanto por sus partidarios como sus detractores hasta incluso en su etimología ya que muchos ponen en duda que se pueda hablar de libre mercado o liberalismo con la concentración masiva de capital en unas pocas manos que es el fenómeno que domina el escenario mundial hoy, y se prefiere hablar hasta de neocapitalismo, capitalismo de estado o hasta incluso neo corporativismo. En ocasiones los intelectuales que defienden el libre mercado han querido hacer una defensa del liberalismo clásico y criticar a aquellos que hablan del sistema económico actual calificándolo de neoliberalismo, argumentando que en los últimos treinta años el estado ha crecido como nunca (1).Pero el Estado hoy no crece por el número de empresas que nacionaliza, sino por el aumento del gasto público encaminado precisamente a atender las áreas donde el marcado no llega, o más radical aun a nacionalizar empresas privadas en quiebra para luego volver a privatizarlas; en efecto, hoy hasta incluso el crecimiento temporal del estado está diseñado para privatizar las ganancias y socializar las perdidas. El problema de cómo conceptualizar etimológica y teóricamente el actual modelo económico mundial es uno de los problemas que abordare en este escrito.

Este problema es importante ya que su resolución engancha con el problema de fondo que dice relación con el balance que se hace de este modelo que asumió el control total del sistema económico mundial desde la desaparición de los socialismos reales.
Sus partidarios sindican el actual momento de la historia como el de mayor prosperidad y movilidad social que ha conocido la humanidad, círculo virtuoso que atribuyen a la implantación y desarrollo del modelo en casi todo el mundo.

Pero varios de sus detractores han venido levantando la tesis de que el actual modelo de desarrollo tendrá un costo elevadísimo. Varios autores han advertido sobre el cambio de modelo de desarrollo desde aquel que domino las mecánicas de circulación del capital a finales del siglo XIX y principios del siglo XX y el actual modelo, que no se basa en un capitalismo totalmente nuevo sino en un modelo con muchas reminiscencias del antiguo, pero que sin embargo no ofrece respuestas para los nuevos problemas que enfrenta la humanidad. Solo por describir a grandes rasgos el nuevo enfoque teórico mundial, los problemas que antes constituían grandes retos para la humanidad como el dominio de la naturaleza, la acuciante pobreza, el hambre o las enfermedades curables, suponían graves y grandes problemas, pero, aun así, problemas que tenían un carácter relativamente “estático”, dada la realidad institucional de finales del siglo XIX y principios del XX (2). El cambio tecnológico y la llegada de la modernidad han traido una nueva ola de desarrollo capitalista que, junto con sus beneficios, ha generado sin embargo una cantidad de problemas sociales y económicos que ya no son estáticos, sino que veloces, que mutan constantemente de tamaño y que circulan con la misma velocidad que el movimiento y circulación de mercancías que se ha impuesto con el cambio tecnológico y la globalización.

Para este nuevo tipo de problemas sociales y económicos tan radicalmente distintos a los del siglo XIX y XX, el actual modelo no ofrece respuestas, antes bien los reproduce, ya que se encuentran en su propia dinámica; la concentración de la riqueza, el tráfico de drogas, la reproducción de la pobreza y sus rebrotes, así como el cambio climático hoy a diferencia de hace ciento veinte años atrás son de un desarrollo rápido de un cambio de tamaño y magnitud que se produce en cuestión de meses o semestres y su dinámica es inherente a la dinámica de circulación de mercancías y capital financiero propia de la globalización, la más rápida circulación de toda la historia. La constatación de que estos graves problemas sociales y medioambientales surgidos en la era industrial, agravados en la así llamada modernidad y era post-industrial, no parecen tener una solución posible dentro de este modelo, y su nueva dinámica ha generado todo un debate teórico acerca del modelo económico que tememos y como denominarlo, ya sea para justificarlo, sustituirlo o reformarlo.

Para estos efectos, como señalamos anteriormente se ha recurrido a la teoría existente, así como también a la etimología y a los orígenes de categorización ideológica, en otras palabras, al nominalismo cargado de historicidad. Dicho esto, para analizar el actual modelo, las ciencias sociales necesitan de la historiografía hoy acaso más que en ninguna otra época.

Habiendo existido una época clave en la historia como la década de los noventa, se hace necesario describir las formas distintas de sistemas de libre mercado y los intelectuales que la conceptualizaron ya que en no pocos casos el neoliberalismo se igualo al marxismo en su pretensión científica y su postulado central según el cual había leyes que regían la historia vinculadas a las variables económicas y los modos de producción.

Siguiendo la línea de esta similitud, veremos hasta qué punto el neoliberalismo constituyó al igual que las revoluciones socialistas una revolución jacobina en su concepción de modelar la sociedad.

Friedrich Hayek la va a otorgar a las ciencias políticas como disciplina y a la política un rol tan esencial como a la economía, sobre todo en lo relativo al sistema de partidos que debe prevalecer en una democracia de contención para garantizar la economía de libre mercado.

La idea de una democracia protegida se encuentra es el centro teórico del sistema político propuesto por Hayek en el cual gobierna la virtud. Para él estas dimensiones no son elaboraciones indeterminadas, es decir producto de la deliberación de la voluntad popular, sino que vienen pre construidas. Para Hayek la libertad económica es la más esencial de las libertades y en una democracia política todo el resto de las libertades están supeditadas al derecho de propiedad. Siempre se señala a la dictadura de Augusto Pinochet como la adaptación histórica a las tesis políticas y económicas de Hayek, incluso consagradas en la constitución elaborada por el gobierno militar, aun cuando este régimen no haya sido ni mucho menos el único en intentar llevar a la práctica las tesis hayekianas.

Los orígenes etimológicos y teóricos del neoliberalismo se pueden situar en la década de 1930 del siglo XX donde establecen una franca ruptura con el liberalismo clásico del laissez-faire y aún más, una revisión crítica de lo que fue contractualismo del siglo XVIII en el que se inspiró el liberalismo y la democracia representativa tradicional. La tarea de la refundación intelectual no condujo a una doctrina unificada y el tremendo y casi utópico desafío de revisar las bases teóricas del liberalismo clásico produjo a varias corrientes y concepciones epistemológicas que divergieron radicalmente en lo teórico y que no son reductibles a luchas de poder o diferencias menores. Los orígenes etimológicos y genealógicos del neoliberalismo son más intrincados de lo que pudiera pensarse y se sitúan en varias fechas, contextos y procesos distintos como veremos.


                                         La antesala del origen

En algunas ocasiones se tiende a pensar que los orígenes del neoliberalismo están en el siglo XX y si bien esto es hasta cierto punto correcto, no hay que olvidar el profundo impacto que tuvo en la sociedad europea la corriente de pensamiento liberal en el siglo XIX. Mientras el liberalismo anglosajón estuvo en muchos casos fuertemente ligado a la religión- (especialmente al protestantismo)- el liberalismo continental europeo tuvo fuertes diferencias con esta, especialmente con la iglesia católica. En España, Francia, Alemania e Italia hablar de liberalismo era evocar el materialismo racionalista, totalmente opuesto al poder temporal de la iglesia. Este conflicto llega al continente americano y en el caso de Latinoamérica el liberalismo continental intensifica su disputa con la iglesia católica.

La influencia de las ideas de la ilustración y de la Revolución Francesa ayudo a que el desarrollo de las ideas liberales viera en el viejo régimen todo vestigio de religiosidad, enfrentándose, por lo tanto, los liberales con los creyentes en América Latina. Esta diferencia explica en parte porque fue característico del siglo XIX en el continente el enfrentamiento entre liberales y conservadores. En esta confrontación, así como en el alejamiento de la corriente liberal de las concepciones religiosas fue clave la masonería. Pero también es importante señalar que las ideas liberales necesitaban un acercamiento con la iglesia a fin de convocar mayor atención pública. Esta necesidad provoca que no pocos liberales evoquen un “nuevo-liberalismo” que se distancia de su rivalidad filosófica con el clero y que los distinga del liberalismo clásico. Este “nuevo liberalismo” que intenta permear en América Latina, tiene un profundo impacto en Europa, especialmente en Italia y Alemania. Se postula que esta nueva manera de ver el liberalismo está asociada a fines del siglo XIX y principios del XX a la formación de los partidos social-cristianos y demócrata-cristianos en la Europa continental.


       El origen del concepto en el siglo XX; El coloquio Lippmann

Rastrear el origen del término neoliberalismo en el siglo XX es intrincado ya que para encontrar por primera vez los vestigios de la palabra hay que situarse en la década de 1920. Es ahí donde puede comenzar a rastrearse el término, por una parte, podría decirse que casi su primera aparición, en forma de termino y de programa económico es en el trabajo del economista sueco Eli. F Heckscher en 1921(3). Así mismo en el libro de Ludwig Von Mises socialismo de 1922, donde el teórico austriaco expresa la necesidad de someter a exhaustiva revisión los viejos principios liberales. Bernard Walpen asegura que el termino neoliberalismo ya había sido usado por Hans Honegger para describir una corriente que ya existía en Suiza (4). En 1927 nuevamente Von Mises en otro libro, liberalismus vuelve a expresar la necesidad de adoptar un nuevo liberalismo. Sin embargo, luego de estos dos escritos surge una controversia: Von Mises argumenta que se debe coincidir con el liberalismo clásico en el sentido de que “la mejora material de todas las clases asalariadas solo se puede dar con el aumento sostenido del capital basado en la propiedad privada de los medios de producción. La economía subjetiva a ratificado este principio a través de la teoría de salarios”.

De esta cita se desprende que Von Mises no cree que exista una ruptura absoluta con el viejo liberalismo aun después del surgimiento de la teoría subjetiva del valor (5). Así muchos discípulos de éste aseguran que el autor cuando hablaba de “nuevo liberalismo” lo hacía refiriéndose a los socialistas encubiertos o a aquellos que solo eran pseudoliberales y no liberales reales en todo el sentido político y económico del concepto. La confusión aumenta si se considera que también usa el término para señalar el surgimiento de un “nuevo liberalismo” después de la aparición de la teoría subjetiva del valor. Es decir, en sus escritos Von Mises cita al nuevo liberalismo para designar fenómenos tan diversos como posturas políticas ambivalentes de sus correligionarios, a los socialistas que hacen pasar por liberales y a una filosofía y proceso económico como la teoría subjetiva del valor.

En el año 1938 se reunieron en París un grupo de destacados pensadores liberales por iniciativa del periodista Walter Lippman. A esta reunión se le conoció como el coloquio Lippman. Se produjo en los albores de la segunda guerra mundial donde el auge del estalinismo en Rusia y el ascenso del nazismo en Alemania arrinconaban a la ideología liberal.

Participaron en el seminario varios de los representantes más ilustres de las escuelas liberales de la época entre ellos estaban Friedrich Hayek, Ludwig Von Mises, Jacques Rueff, Alexader Rustow, Wilhelm Ropcke, Detauoff, John Condliffe, Michael Polandyi Louis Rougier, Walter Lippman y Louis Baudin. El coloquio Lippman tuvo una gran importancia ya que según Louis Baudin fue ahí donde se acuño por primera vez en la historia en forma efectiva el término neoliberalismo, sin embargo, esta reunión ha sido un desafío para la investigación historiográfica, ya que no existen actas de esta reunión. Si hubiese existido esta sería una fuente documental de primer orden, pero solo existe el testimonio del propio Baudin en un libro que escribió a mediados de la década del cincuenta.

El propósito del coloquio fue analizar las razones por las cuales el liberalismo había caído en el descredito. En la reunión se culpó a buena parte de la clase política europea de abandonar los principios liberales de finales del siglo XIX y al abandonarlos precipitar a Europa a la primera guerra mundial. Se acuño entonces el término neoliberalismo para destacar una nueva corriente de pensamiento que se basaría en cuatro principios: el mecanismo de precios libre, el estado de derecho como tarea principal del gobierno, el reconocimiento de que a ese objetivo el gobierno puede sumar otros y la condición de estas nuevas tareas deben decidirse mediante el consenso público.

El coloquio Lippman convoco a varias corrientes del liberalismo bastante variopintas de entre las cuales la más destacada es la que planeta la formación de un nuevo liberalismo que deje de lado el liberalismo clásico manchesteriano basado en el laisser faire y adopte un “dirigismo de estado” un “estado interventor” distinto al planteado por el socialismo de planificación central y al de la economía keynesiana. Se trataba de un estado basado en el imperio de la ley que regulara auténticamente los desvíos del laisser faire. Para esta corriente encabezada por Walter Lippman y Louis Rougier, el liberalismo clásico había cometido el fatal error de pensar que la economía de mercado podía funcionar fuera de la jurisdicción del estado de forma automática, sin necesidad de leyes gubernamentales que la rigieran y aun así funcionaria en perfecto equilibrio; existía un orden natural que provocaba que las leyes del mercado fueran metafísicas y que funcionaban con independencia de las leyes del estado y la sociedad. Para Lippman y Rougier las ideas genéricas del liberalismo clásico no habían generado las condiciones para la libre competencia sino una concentración de riqueza y capital que contradecían en casi todos sus postulados al equilibrio perfecto. Era la autoridad del estado y las leyes las que debían volver a generar las condiciones para la libre competencia, como decía la metáfora de Rougier: “el liberalismo clásico deja circular a los coches en todos los sentidos generando embotellamientos y accidentes, la planificación central le dicta a los autos las horas de salida y si itinerario suponiendo que es el mejor que pueda tener un conductor, el nuevo liberal impone un código de circulación admitiendo que no es forzosamente el mismo en tiempos de transportes acelerados que en tiempos de diligencias”(6).

En esta reunión se observan varias fracturas entre corrientes, si algo caracterizo al coloquio Lipmann fue su capacidad para reunir a corrientes liberales muy heterogéneas que tenían diferencias es cuestiones económicas no menores. La corriente de Walter Lippman y Rougue sostenían que el estado liberal debía intervenir para mantener y renovar continuamente los condiciones que generaban la libre competencia, ya que la concentración de capital, especialmente de capital industrial creaba monopolios donde los precios los fijaban un grupo reducido de oferentes lo cual contradecía en dos puntos centrales a la economía clásica: la libertad de precios y la libertad de los demandantes para elegir entre muchos oferentes. Con la concentración de capital unos pocos fijaban los precios aproximándose de esta a manera a un mecanismo de precios como el que poseía la planificación central.

En segundo término, está presente una corriente muy heterogénea que va a ser conocida como Ordo-liberalismo a quienes se les atribuye ser los padres de la economía social de mercado.

En esta corriente son claves las figuras de Wilhem Ropcke y Alexander Rustow, padres de la escuela alemana. Su tesis apuntaba a que el marco del mercado se circunscribe al marco de lo humano, que es mucho más amplio que el mercado mismo, de lo cual se concluye que en una economía social de mercado deben existir salvaguardas para proteger a los menos favorecidos.

También en esta corriente son claves Alfred Muller-Armack quien define más exactamente lo que debe ser una economía social de mercado. Muller-Armack había llegado al convencimiento de que no podía aplicarse ninguna política económica con éxito, sino estaba regida por un principio coordinador que garantizara la libre competencia pero prestando atención a los problemas sociales que generaba dicho orden, para este teórico era claro que la competencia solo podía darse bajo marcos temporales y los ciclos económicos en los que no se daba generaban crisis que no podían ser llevadas por la sociedad como se había constatado con la crisis de 1929. Sin embargo, Muller-Armack así como Edgar Nawroth teóricos de la economía social de mercado compartían con el resto de las corrientes del coloquio su adherencia a los principios de la libre fijación de precios y su rechazo a la economía dirigida keynesiana. De esta manera podría explicarse por qué la corriente que defendía la economía social de mercado fue la primera en transformarse en programa político y ser tomada por un sinnúmero de colectividades políticas incluida la social democracia. Su oposición decidida a la formación de monopolios y el papel del estado para rescatar de la quiebra a estos atentaba contra el tronco de los principios de la libre competencia.

La tercera corriente está representada por Ludwig Von Mises y Friedrich Hayek quienes defienden en forma decidida lo que se va a conocer como economía neoclásica: la desregulación masiva de la economía, los medios de producción en manos privadas y la libre fijación de precios, así como el libre comercio sin trabas y una política fiscal restrictiva como expresión de un estado reducido solo a las labores coercitivas y jurídicas. La economía neoclásica tenía muchos opositores dentro del coloquio que sostenían que este modelo no podía evitar la formación de monopolios que, como ya se dijo, eran un obstáculo a la libre fijación de precios y a la libre competencia. Sin embargo, para Von Mises, mentor de Hayek, los monopolios no eran intrínsecamente perversos. Su tesis consistía en demarcar una clara diferencia entre lo que era la concentración de capital y los monopolios propiamente tales: el primer proceso era beneficioso para formación de capital fijo y la generación de nueva tecnología, por lo tanto, la concentración de capital era necesaria. Los monopolios por otra parte, para Von Mises no eran una consecuencia natural del mercado sino una consecuencia de la intervención del estado en la economía, por lo que no podía reprochársele a los automatismos del mercado ni su formación ni su consolidación.
Se podría concluir que los orígenes genealógicos del neoliberalismo van mucho más allá de los primeros estudios críticos que se le hacen en la década de los ochenta.

Así mismo el neoliberalismo no es homogéneo. Al menos en la etapa del coloquio Lippmann encierra muchas fracturas, discrepancias y tensiones principalmente entre dos grupos: aquellos que critican abiertamente el liberalismo manchesteriano clásico (7) y lo responsabilizan del descrédito del liberalismo a nivel mundial y un segundo grupo más bien renuente a aceptar la crítica al liberalismo clásico, pero igual de convencido que el primero en la necesidad de refundar en liberalismo. En el primer grupo se identifica a los padres de la economía social de mercado en el segundo estaría el origen de la escuela de Chicago. El coloquio Lippmann es importante porque es un debate heterogéneo, característica que se perderá en la reunión de Montt Pelerin.

Como quedo esbozado antes, en los orígenes genealógicos del neoliberalismo, el coloquio Lipmann es clave por que deja en claro dos puntos importantes: el primero es que para la investigación historiografía, es importante la existencia de documentos que acrediten lo que alguien dijo, por sobre la fuente oral. El otro punto dice relación con aquellos que argumentan que el termino neoliberalismo fue esgrimido por quienes critican al liberalismo y quieren desprestigiarlo, argumento inviable ya que desde su génesis el neoliberalismo es muy heterogéneo, por su naturaleza a criticar filosófica y económicamente al keynesianismo, al marxismo y al liberalismo manchesteriano; resulta útil revisar estos dos puntos. El primero atañe específicamente al aspecto de la investigación historiográfica. Según muchos autores la única fuente de primer orden que existe sobre el coloquio Lipmann es un libro que escribió Louis Baudin en 1950(8). Budin participo en la reunión y fue uno de sus principales expositores, aun así el tiempo que dejo pasar-(casi doce años)- para escribir el libro ha provocado que muchos académicos destacados como Enrrique Ghersi(9) no consideren un ensayo como documento de primer orden, por contener solo la versión de uno de los participantes, su “propia versión” no contrastada. Pero si un ensayo con impresiones subjetivas y con distancia de tiempo no es suficiente, si deberían ser documentos historiografícos de primer orden; las actas el coloquio, como las que desclasifico Serge Audier en el año 2012(10). Este si es un documento oficial que da luces casi definitivas a la investigación sobre la primera vez que se usó el termino neoliberalismo. Aun así, no sería para nada descartable la versión de Bernard Walpern, al afirmar que la aparición más remota del término surgió en 1921, en Suecia en forma de programa o en Suiza en 1925.

El segundo punto importante esta reunión fundante es filosófico-doctrinario y dice relación con las rupturas que ha de tener lugar el “nuevo liberalismo” con el marxismo, el keynesianismo y el liberalismo clásico. Como ya se señaló, para Von Mises estaba claro que tenia que establecerse una diferencia entre concentración de capital y monopolio, si la concentración de capital fijo era positiva para la economía por su mayor capacidad para invertir en tecnología nueva, los monopolios no lo eran, por sus efectos en la fijación de precios. Este análisis era especialmente difícil porque, si se aceptaba desde un principio que, en el capitalismo, la concentración de empresas y capital eran una consecuencia inevitable de su desarrollo, se aceptaba una de las tesis principales del marxismo científico sobre el capitalismo y su declive, que se traduce en su tendencia a la acumulación de capital. Si esta tesis era aceptada, el coloquio y la “renovación del liberalismo” perdía su sentido. De ahí que Von Mises, el representante de la ortodoxia liberal en la reunión expusiera que no es el libre mercado el responsable de la formación de monopolios, sino la intervención del estado en la economía el que los forma. Si se aceptaba esta tesis, la acumulación de capital era el producto de privilegios jurídicos y por lo tanto la libre competencia era lo natural. Pero precisamente la crítica al liberalismo clásico-manchesteriano era su férrea defensa de la libre competencia como ley natural; para los participantes del coloquio, esta tesis del liberalismo clásico había terminado en la primera guerra mundial y posteriormente en la crisis de 1929. La libre competencia no podía darse de manera “espontanea a partir de condiciones” como las leyes de la naturaleza; el hombre, el estado tenían que intervenir de forma artificial para que esta competencia se diera; había que tener un entramado jurídico y social que posibilitara la libre competencia, que por definición era “artificial”, no natural, construida y modificable. Esta última característica es aquella en la que la reunión pretendió ahondar: al orden natural espontaneo que postulaban los pensadores del liberalismo clásico del siglo XVIII había que sustituirlo por un orden legal, el liberalismo moderno requiere una jurídica que la norme, que le de legitimidad, es decir un intervencionismo jurídico del estado diseñado por un grupo de legisladores, no por la naturaleza. Esta tesis que será clave en el coloquio; desde el punto de vista político, lo será en la Sociedad Mont Pelerinn, desde todo punto de vista; político, filosófico, económico, sociológico y antropológico. Además, el coloquio, sentará las bases para lo que después será conocido como democracia autoritaria- (que tendrá un protagonismo innegable en todo el siglo XX)-, por ahora solo decir que en esta reunión fue el principio de la ruptura por parte de los nuevos liberales, con las tesis del liberalismo de los siglos XVIII y XIX.

      Notas.

(1) Ghersi Enrrique. “el mito del neoliberalismo”, estudios públicos, 2004.

(2) Algunos académicos como Atilio Boron que analizaron el capitalismo de finales del siglo XIX, observan que tenía condiciones donde la pauperización, el analfabetismo fuesen aceptadas por las clases subalternas, dado que eran sociedades mucho mas integradas. La explotación de las clases subalternas, exigía un grado de sociabilidad con las clases oligárquicas, que provocaba que los flagelos sociales endémicos y su solución tuvieran un desarrollo lento pero abordable. Otro sería el caso de las sociedades con capitalismo neoliberal de finales del siglo XX donde las clases altas y las clases populares no guardan vinculo alguno. (Boron, Atilio, “La trama del neoliberalismo”, clacso,2003).

 (3) Salinas, Adán. Debates neoliberales en 1938. El coloquio lippmann, Revista de filosofía nº26, 2016.

 (4) Opp cit.

 (5) La teoría subjetiva del valor se oponía a las tesis sobre el valor de uso y cambio postulada por Marx, al afirmar que el valor de una mercancía no estaba determina por el trabajo que se invertia en ella o por una propiedad inherente, sino por la importancia que el individuo le dada para lograr sus objetivos y deseos. (Stavisky, Sebastián. “La teoría subjetiva del valor como fundamento de la figura del empresario en la obra de Hayek”, Revista de la carrera de sociología vol. 8, 2018).

 (6)  Romo, Héctor, “los orígenes del neoliberalismo del coloquio limppmann a la sociedad mont pelerin”, Economiaunam, Nº43, enero-abril 2018.

 (7)  Fue la liga de manchester la que planteó un liberalismo de competencia perfecta sin intervención del Estado al sostener que la libertad y el libre intercambio estaban implícitas en las leyes de la naturaleza, por lo tanto, se daban en el hombre de manera espontánea, tuvo su apogeo entre 1825 y 1845.

 (8) Boudin, Louis, “l aube d un Nouveau liberalisme”, 1953.

 (9) Ghersi, Enrrique, “el mito del neoliberalismo”, 2004.

 (10)  Audier, Serge. “el coloquio Lippmann, los orígenes del neoliberalismo”, parís, 2012.





Claudio Palma A. Licenciado en Historia, UAHC.

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