noviembre 01, 2024

Las 5 grandes mujeres de la Historia de Chile. Segunda Parte.

 Por Rodrigo Bustos. Historiador. 

En esta segunda parte de la saga volvemos a profundizar sobre la historia de las mujeres en la historia de Chile 🇨🇱, y qué no han tenido el suficiente reconocimiento y espacio en los libros de historia. A continuación les presentamos a las otras 5 mujeres más importantes de la Historia de Chile: 


1.- María Antonia Palacios.

María Antonia Palacios fue una esclava afrodescendiente de la época colonial, específicamente del siglo XVIII. Destacó por su labor musical transcribiendo partituras musicales. Uno de sus libros de partituras fue el libro sesto, que fue una pieza clave para descubrir el universo musical y religioso de su tiempo. Este libro data de 1783 y contiene 165 obras musicales.

Entonces vale la pena preguntarse Cómo llegó una esclava negra a ser la autora de uno de los libros más valiosos de la historia musical de la colonia qué hoy podemos encontrar en el país?

María Antonia fue una esclava qué perteneció a Juan Antonio Palacios, de quién, como era costumbre, tomó su apellido. Trás la muerte de su amo, pasó al servicio de su única hija, Gertrudis Palacios, bajo cuyo dominio copió las partituras del libro sesto. Pero aquí para entender que no se trata de una simple escribana, debemos preguntarnos: cómo lo hizo? Dónde aprendió las habilidades que le permitieron leer partituras?

Los Palacios fueron una connotada familia del siglo XVIII y, como tal, muy cercana a la Iglesia Católica y sus ritos, cuyos manifestaciones de adoración a Dios tenían a la música como arte central. Por ello, al vivir en este ambiente religioso,  María Antonia fue capaz de interpretar y escribir música. Según Guillermo Marchant, es probable que fuera la misma Gertrudis Palacios quién le enseñó a su sirvienta de composición e interpretación musical. 

Era común en la época que las esclava fueron cercanas a la religiosidad de sus dueños y que participaran junto a ellos de los diversos ritos qué la Iglesia Católica llevaba a cabo durante el año. De hecho, era habitual que las señoras de sociedad llevaran a sus esclava en los conventos. 

María Antonia Palacios aprendió de música y tocó registros litúrgicos en capillas familiares y en salones de mujeres. Actualmente, gracias a su afán, dedicación y a los descubrimientos de los investigadores, contamos con un manuscrito que nos cuenta y detalla la música 🎶 que se tocaba en los lugares de reunión de las mujeres de la época. 

Probablemente ella fue la primera mujer música 🎶 de la qué tenemos registro en el país con la condición adicional de ser afrodescendiente y esclava.



2.- Javiera Carrera (1781-1862).

Javiera Carrera fue la hermana del prócer José Miguel Carrera, también fue una de las chilenas más destacadas de la independencia del país. 

Nacida en 1781 en el seno de una familia aristocrática, criada con ciertas comodidades y acceso a la cultura. Se casó muy joven, como era habitual en esa época, pero ya a sus 19 años quedó viuda tras la muerte de su primer marido, Manuel de la Lastra y Sotta. Cuatro años después, en 1800, contrae matrimonio con Pedro Díaz de Valdés. 

Haciendo este exordio, ahora es preciso preguntarse que rol jugó Javiera Carrera en el proceso de independencia?

Desde el comienzo del proceso de independencia, Javiera Carrera abrió su casa a las tertulias de los independentistas. En esas murallas se conspiró para la toma del poder y corrieron rumores de lo que iba a suceder. Javiera se transformaba así en una importante consejera y en uno de los brazos centrales de la causa patriota. Su salón, entonces, fue el bastión de la emancipación nacional. 

Pero, qué significaba para una mujer de la época abrir un espacio familiar a la causa patriota?

Tal vez para nuestro tiempo no asimilemos la rebeldía de abrir un espacio familiar a una causa común de índole política, pero en esa época era una gran epopeya. 

Javiera con este gesto se hacía frágil, ya que convirtió su hogar en la base donde se preparó la guerra de la independencia, en donde se ocultaron armas y a soldados en apuros. Fue también en su casa donde se gestaron los símbolos patrios, que justamente fueron el símbolo del nuevo orden. 

Para el periodo de la reconquista, en 1814, Javiera decidió cruzar la cordillera de los Andes para acompañar a sus hermanos en aquél ostracismo, dejando de lado a su marido y a sus hijas.

Luego de estar en Mendoza un tiempo, Javiera se dirigió a Buenos Aires, donde pronto comenzó a organizar e imitar en su casa las tertulias que hacía en Chile, invitando a independentistas como Fray Camilo Henríquez y Manuel Rodríguez para discutir los pasos a seguir en su anhelo emancipatorio.  Mientras tanto sus hermanos repartidos por Argentina y Uruguay, tenían sus propios planes a través de cartas: querían volver a Chile, continuar la guerra y recuperar el poder. 

Sin embargo, uno de los planes carreristas complicó de sobremanera la situación: una presunta conspiración en contra de O`Higgins y San Martín. Éste consistía en interceptar a San Martín y O`Higgins para obligarlos a firmar un documento en donde renunciaban a su interés por el gobierno del país. El objetivo de aquello era desterrarlos y recuperar el poder que, según ellos, les pertenecía a la familia Carrera. 

El fusilamiento de sus tres hermanos en Mendoza, afectaron el ánimo de Javiera. Enterada del nombramiento de Bernardo O´Higgins como Director Supremo del país, juró no volver a Chile mientras el tirano estuviera en el poder. Después de 10 años de exilio, Javiera vuelve a Chile en 1824. Después de esto Javiera decide alejarse de la política y se encerró en su hacienda en El Monte, no obstante, la última gran batalla que libró fue la de repatriar los restos de sus hermanos, lo que ocurrió recién en 1828. Javiera muere finalmente el 20 de agosto de 1862 y su cuerpo yace hoy junto a sus hermanos en la Catedral de Santiago. 



3.- Martina Barros Borgoño  (1850-1944).

Fue la sobrina del reconocido historiador liberal Ramón Barros Arana. Nació el 6 de julio de 1850. Fue hija de una familia tradicional. Con propiedades en el campo y en la costa, Martina pasó gratos momentos disfrutando de los paseos familiares, estando totalmente ajena a los altos índices de pobreza de la época. Sin embargo, Martina, a medida que maduraba, no siguió el camino tradicional de su clase social.  Su peculiar vida y sus variados intereses literarios la llevaron por una senda atenta a las artes, la filosofía y la literatura, por un camino que le permitió adquirir los conocimientos necesarios para publicar sus opiniones en relevantes revistas de la época, así como ofrecer conferencias sobre el voto femenino.

Su intelectualidad se la debe a su tío Diego Barros Arana, el historiador más importante del siglo XIX, siendo fundamental en su vida. Aparte de la educación recibida bajo la guía de su tío, el hecho de qué circularan por su casa los intelectuales más notables de la época- como Victorino Lastarria, Guillermo Blest Gana, Pedro Gallo, entre otros-, también influyó en sus conocimientos y opiniones. Estas tertulias fueron fundamentales en su vida erudita de entonces, ya que en el espacio privado del salón de los Barros se generaron relevantes discusiones políticas,  sociales y culturales,  de las cuáles Martina no solo fue una oyente, sino qué también fue protagonista. 

A inicios del siglo XX, Delia Matte Izquierdo e Inés Echeverria inauguraban el llamado Club de Señoras, una institución que tenía la misión de educar a las mujeres de la élite que no tuvieron recibido una educación formal. Aquí Martina fue invitada a dar numerosas conferencias como parte de esta instrucción femenina, no estando exenta del escandalo social propio de la época. 

Los reconocimientos a su labor intelectual en el país acerca del feminismo no tardaron en llegar. La Universidad Católica, al fundar su Academia de Letras, la nombró miembro de la institución. Para la ceremonia, Martina escogió leer un ensayo sobre la historia del feminismo en el país. 

En 1934 se aprobó el voto femenino para las elecciones municipales y Martina, de 84 años, fue testigo de este gran avance en los derechos políticos de la mujer.

Diez años después, a los 94 años, Martina fallece, pero su tenaz labor en vida dejó una herencia social relevante para la historia del feminismo y del avance social de las mujeres en el país.



4.- Esther Valdés.

Esther Valdés fue una dirigenta obrera y feminista chilena de princípios del siglo XX. Durante gran parte de su vida laboral se desempeñó como trabajadora en una fábrica 🏭 de sostenes. Esta incorporación masiva de las mujeres al mundo del trabajo se conformaba para 1907 en un tercio de la fuerza laboral. A pesar de esta importante fracción femenina, su representación y fuerza no iba acorde a su número. Fue recién en la primera década del siglo XX cuando el activismo femenino apareció en los sindicatos autónomos y mixtos.

Ante esto hay qué preguntarse por qué surgieron estos sindicatos y qué problemas buscaron solucionar?

Los problemas laborales qué se presentaban eran la carencia de regulación legal, las falencias en las condiciones sanitarias y la evidente explotación laboral. Sin embargo, estas condiciones caían en oídos sordos, ya qué la clase dirigente de entonces consideraba qué el deber de las mujeres era el de la crianza de sus hijos.

Para 1904, Esther Valdés ya se había acercado al movimiento obrero al percatarse de la injusticia de la explotación. Y en 1905, junto a Carmela Jeria fundaron el periódico La Alborada con el fin de educar y ser el medio de comunicación en la organización de las mujeres obreras.

En 1907, Esther propuso dos mejoras concretas: un pago justo por el trabajo realizado y la regulación de la jornada laboral. El primero lo argumentó al percatarse qué el resultado de su trabajo tenía un valor mucho más alto que el pago qué recibía por hacerlo. El segundo lo argumentó ante las agobiantes jornadas laborales de más de 12 horas de trabajo continuo qué les impedía el tiempo para el ocio, para asociarse y para defender sus derechos. Por eso Esther propuso una jornada laboral de 8 horas diarias. 

En 1908 Esther lanzó un segundo periódico 📰 llamado la Palanca, que tenía el objetivo de continuar con la lucha feminista obrera, denunciando las pésimas condiciones de trabajo de las mujeres.  Lamentablemente, esta publicación estuvo vigente en un corto tiempo al igual que la Alborada. Con esto la información sobre las mujeres obreras perdió difusión en medio del movimiento obrero general, que en las décadas por venir conseguiría importantes avances hasta la redacción del primer código del trabajo de 1931.

Lamentablemente se desconoce su fecha de nacimiento y de defunción. 



5.- Gladys Marín (1941-2005).

Gladys Marín fue una reconocida militante del Partido Comunista de Chile. Nace en 1941, en Curepto. Poco tiempo después, su padre abandonaba a su madre, dejándola a cargo de cuatro hijas y ningún tipo de ayuda económica. 

Desde pequeña Gladys conoció la pobreza y el esfuerzo qué las familias debían hacer para llegar a fin de mes.

La experiencia de vida de su madre, la pobreza y el contacto con el mundo 🌎 del profesorado provocaron qué Gladys comenzara a acercarse al comunismo. Su primera aproximación, no fue desde la filosofía de Marx, ni los textos de estudios, sino qué de su propia experiencia de superación, ya qué al ser pobre e hija de una madre separada qué viajaba a Santiago a trabajar como docente, la hizo pronto sentir lo qué eran las diferencias de clase.

En 1958 decidió ingresar a las Juventudes Comunistas y un mundo inmenso se abrió para ella. Durante la década del 60 fue parte del Comité Central del Partido Comunista y se unió a las campañas presidenciales de Salvador Allende. 

En 1965 fue electa diputada por el distrito de Santiago Norte y en 1969 reelecta por un nuevo periodo. 

El golpe de Estado qué derroca a Salvador Allende en 1973 forzó a Gladys a pasar a la clandestinidad y posteriormente al exilio en los Países Bajos y Unión Soviética. 

Su marido, Jorge Muñoz, es hasta el día de hoy es un detenido desaparecido. 

De vuelta a la democracia, su partido estuvo excluido en la toma de decisiones bajo el sistema electoral binominal.

El 12 de enero de 1998, en representación del Partido Comunista, del que era su presidenta, Gladys presentó una querella criminal en contra del ex dictador Pinochet, acusandolo de genocidio, secuestro, asociación ilícita, entre otros cargos criminales. Comenzó entonces una investigación qué incluyó la exhumación de cuerpos, el involucramiento y participación de Colonia Dignidad, la toma de declaración de mandos militares, en fin.

Gladys no solo se preocupó de hacer justicia en el ámbito de las violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura, sino qué también hizo una autocrítica a la actitud histórica a su propio partido sobre su machismo y homofobia, diciendo qué el tema de la diversidad sexual no puede estar ausente de su quehacer político. 

El 6 de marzo de 2005 muere de un cáncer cerebral.



Fuente.

1.- Cumplido, María José. "Chilenas. La historia que construimos nosotras". Sudamericana. 2017.

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