febrero 22, 2017

La gran contradicción de la globalización: El Primer Mundo construyendo muros.

Ya en pleno siglo XXI Gran Bretaña terminó de construir un polémico muro en el acceso que lo conecta al puerto francés de Calais. Ante de esto, ya existía un gran enrejado para impedir el paso de inmigrantes que intentaban pasar por el túnel bajo el Canal de la Mancha.

Cientos de personas provenientes de África y Asia intentan, cada día, ingresar al Reino Unido en busca de empleo o reencuentros familiares. En la actualidad, unas ocho mil personas, entre las que hay numerosos refugiados, esperan cruzar a Londres. Mientras aguardan la posibilidad, muy remota, viven en total precariedad en carpas de terrenos baldíos, más conocido como ´´La Jungla’’.

Los trabajos para levantar el muro de cuatro metros, con murallas deslizantes, para impedir escalamientos, terminaron en diciembre pasado. Londres destinó 2,7 millones de euros para las obras que se realizaron en coordinación con las autoridades francesas. Desde que gran Bretaña votó en junio del año pasado por el Brexit-es decir, por abandonar la Unión Europea- crece la presión en Francia por dejar que los británicos tomen las riendas de sus leyes migratorias.

El nuevo muro es el triste ejemplo para los planes de Donald Trump de fortalecer la frontera de 3.360 kilómetros que separa a Estados Unidos de México. El mandatario norteamericano tiene en mente construir un muro sofisticado con cámaras y sensores como el que construyó Israel para separar a los territorios ocupados de Cisjordania (Palestina).

Ya sea por causas políticas o económicas abundan los muros desde épocas remotas. El más célebre intento por aislar a un país es la Gran Muralla China, una gran construcción que corre por las cumbres de 6.400 kilómetros de cadenas montañosas. De poco sirvió el esfuerzo, que tardó diez siglos en terminarse, pues acorde al soborno de los guardias, los diversos asaltantes la cruzaron con frecuencia.

Tras la caída del Muro de Berlín, en 1989, que marcó el fin de la Guerra Fría, nació la esperanza de una Europa abierta con mínimas restricciones a las migraciones. Eran los días del pleno auge de la globalización. Fue, en todo caso, una primavera de corta vida. Los nacionalismos y la xenofobia es pan de cada día en Europa y Estados Unidos. En el viejo continente abundan los alambrados de púas para impedir el paso de inmigrantes y refugiados.

A lo largo de la historia, los desposeídos del mundo han buscado una vida mejor en países más desarrollados a los suyos. Es un atractivo que ha movido a cientos de millones que huyen de la pobreza y la persecución, buscando paz y calidad de vida. Los muros son el reconocimiento de problemas mayores, y poco ayudan a solucionar los verdaderos flagelos humanos.

En conclusión, cuando levantas muros en cualquier lugar del mundo, la gente encuentra maneras de saltarlos. Es una pérdida de dinero. Es probable que las cosas sean más arriesgadas para los más desposeidos.






                        Resultado de imagen de El muro de Calais 


 Rodrigo Bustos. Historiador de la Academia de Humanismo Cristiano (Chile).




  




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