febrero 09, 2017

Los acuerdos de paz entre las FARC y el gobierno colombiano: Un consenso necesario para un buen futuro.

Después de 4 años de diálogos de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno en la ciudad de la Habana, Cuba, se llevó a cabo un acuerdo de paz que pretende ser estable y duradero. Después de 50 años de conflicto armado interno que tuvo como consecuencias muertos, desaparecidos, secuestrados y desplazados, ya era hora de parar el derramamiento de sangre que no tenía sentido alguno para ninguna de los 2 partes. Ya en pleno siglo XXI, era razonable terminar con este conflictoque fue parte del proceso mundial de Guerra Fria que dividia al mundo entre capitalismo y socialismo. Más allá de esto podemos decir que hay dos maneras de terminar una guerra. Una es la victoria de uno de los bandos. La otra es una negociación que puede tomar diversas formas. En el conflicto armado más largo en América Latina se optó por una exhaustiva negociación. El gobierno colombiano y la FARC están poniendo punto final a una lucha fratricida que se arrastra por más de medio siglo, y que deja un saldo de 220.000 muertes de las cuales el 80 por ciento corresponde a civiles.

Las partes han acordado la devolución de tierras a los campesinos desplazados por las décadas de lucha. El país llevará adelante una reforma agraria que ha sido una de las reivindicaciones centrales de los guerrilleros. Han acordado enfrentar el narcotráfico y suplir los cultivos de drogas. También se acordaron planes para la reincorporación de los guerrilleros a la vida política del país.

Finalmente, el punto más delicado, en toda guerra, es el de la justicia y la entrega de armas por parte de los irregulares. Este es el momento de mayor vulnerabilidad para quienes buscan dejar el monte y participar en las instituciones nacionales. La historia de las guerrillas latinoamericanas está marcada de transiciones frustradas. Desde Emiliano Zapata pasando por Augusto César Sandino a las propias Farc.


El presidente Belisario Betancur promovió, en 1982, una apertura política que contemplaba una amnistía. La oferta fue bien acogida por las Farc y se esbozaron negociaciones que fueron muy resistidas por las fuerzas armadas.

Pese a ello los insurgentes realizaron un esfuerzo de reinserción política a través de la creación de un brazo político, la Unión Patriótica (UP). El experimento fue un fracaso total pues los militantes de la UP, que incluía a guerrilleros desmovilizados, fueron asesinados en forma masiva. Elementos paramilitares y agentes represores del Estado, asesinaron a más de dos mil militantes de la UP.

Está por verse cómo funcionará esta vez el proceso de reincorporación. Las FARC disponen de un arsenal respetable y una larga experiencia de combate. Todos los protagonistas saben que de no cumplirse los acuerdos podría emerger un bandidaje que ha estado presente a lo largo de la historia colombiana.

Ya con el acuerdo de paz en proceso-en la practica-no podemos pedir que cese la discusión, pero si podemos anhelar que la gran decisión nacional sea instalar en marcha la ejecucción de los acuerdos, superar el conflicto armado, abrir vias a la reconciliación y lograr los esfuerzos para construir una sociedad con justicia social.

Ahora solo queda destrabar el conflicto con la otra guerrilla interna, El Ejercito de Liberación Nacional (ELN), donde ya empezaron los dialogos formales de paz en Quito, Ecuador desde este mes de febrero. 

Rodrigo Bustos. Historiador de la Academia de Humanismo Cristiano.

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