Con el inicio del restablecimiento de las relaciones entre EE.UU y Cuba a
fines del año 2014 se marca un proceso de finalización de la ´´Guerra Fria’’ en
América Latina, en la cual se ha adoptado por las partes una política
diplomática racional y pragmática, estando las relaciones congeladas
por más de 50 años.
Por el bien de ambos pueblos, por un lado Cuba, supo adoptar un sistema
político y económico que ha dado resultados positivos -reconocido por la ONU-
como es el alfabetismo y esperanza de vida. Supo respetar su soberanía
ante la nación imperial más poderosa del orbe. Desde la revolución cubana de 1959 supo sobreponerse a la invasión de Bahía Cochinos en 1961, al
bloqueo comercial vigente desde 1960, a la desaparición de la URSS con el consiguiente
´´periodo especial’’ caracterizado por el racionamiento energético.
Raúl Castro desde que llegó al poder en el año 2008 introdujo una
política económica mucho más pragmática que su hermano Fidel al
permitir la compra-venta de bienes raíces, del uso de celulares, de la
expansión de acceso a internet, el permiso de la iniciativa privada en
restaurantes y locales comerciales. Todo esto fue un gesto y preludio para
entenderse con Washington en los temas de política migratoria (como es el fin
de ´´los pies secos, pies mojados’’), turismo, relaciones comerciales, por
nombrar algunos. Todo esto ya era urgentemente necesario para ambos pueblos en
un mundo eminentemente globalizado. Esto demuestra que se ha derribado un muro
simbólico más de la Guerra Fria en América Latina. La incertidumbre
está ahora en la política exterior del actual presidente de los EE.UU Donald
Trump que tuvo un beligerante discurso en su campaña electoral
contra el régimen político de la Isla, estando en riesgo los
avances hasta ahora alcanzados.
Lo que ahora queda pendiente es que el gobierno norteamericano termine con el bloqueo
económico que rige a la isla desde hace cinco décadas, que ha causado
daños importantes a la economía cubana y el retiro de la base naval de
Guantanamo en Cuba, donde EE.UU mantiene una cárcel que viola los Derechos Humanos
de los detenidos acusados de presunto ´´terrorismo''. Algo que se ve difícil revertir en la actual administración de Trump.
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