marzo 31, 2017

Los Rockefeller, los estados autoritarios y la temática neoliberal.

La reciente muerte del banquero norteamericano David Rockefeller obliga a rastrear la huella económica e ideológica de la familia Rockefeller sobre todo durante el siglo XX.

El análisis resulta indispensable sobre todo en este momento de la historia, cuando muchos partidarios de lo que se conoce como “democracia con separación de poderes” se ponen a la defensiva y contraen su matriz de opinión para defender el sistema de estado de derecho para situarlo por sobre el bien y el mal, para proceder a lavarle el rostro de extremismo tanto de izquierda como de derecha, táctica que la burocracia autoritaria[1] estrenó con éxito desde los noventa.

Sin embargo hay una gran cantidad de hechos comprobados que ya ni siquiera los grandes partidarios del RBA[2] son capaces de desmentir; la evidente relación de John Rockefeller, fundador de la standard oil, pero sobre todo y más decisivamente del Chase Bank, con varios “gobiernos totalitarios” como el régimen nazi.

Esta relación cada vez más evidente conforme avanza la investigación historiográfica, no deber ser considerada solo como una fecha, sino más bien como un hito, ya que es a partir de este que se puede individualizar y hacer inteligible e identificable un proceso en el que la familia Rockefeller ha estado involucrada, principalmente en el ámbito financiero pero también en el político-ideológico, ya que es durante el fin de la Segunda Guerra Mundial y hasta agosto de 1971[3] que tiene lugar el proceso mediante el cual se comienza a reemplazar la tan cacareada sociedad libre y el libre mercado por un estado autoritario dominado por la banca y poderes económicos que traspasaran largamente la figura del monopolio, para llegar a convertirse al día de hoy en un nuevo estado feudal mundial, donde cuesta identificar alguna propiedad de carácter verdaderamente privado-(Goig, Kaiser)[4]- proceso que se ha comenzado a investigar profusamente sobre todo en los últimos cinco años.

Más allá de la influencia del recientemente fallecido David Rockefeller, la influencia de su familia en su totalidad es innegable, incluso en hechos e hitos históricos aparentemente inconexos.

En efecto no son aparentemente conectables la primera reunión de los grupos bilderberg en mayo de 1954, con la fundación de la Mont Pellerin Society en 1947, y la creación de la CIA, también en ese año que reemplazo a la antigua oficina de asuntos estratégicos OSS, con el final de la Segunda Guerra Mundial.

Pero la conexión de los Rockefeller con estos hechos aparentemente inconexos, así como con figuras políticas e intelectuales son decisivas en estos eventos, es ya a estas alturas evidente. Más allá de lo que dicen varios defensores a cerca de las aparentes denuncias  de la comisión Rockefeller contra el programa MK-ULTRA llevado a cabo por la CIA lo cierto es que hay que concluir que este episodio sería solo parte del juego de simulación.

Existen varios vínculos que son generales y de carácter público de la democracia con separación de poderes y su colaboración con el régimen nazi desde la condecoración por parte de Adolf Hitler a Henry Ford y la ayuda de este último financiera y militarmente al régimen, la colaboración consiente de Hugo Boss y los grandes empresarios de la moda, la ayuda de la familia Bush financieramente[5], así como dos ayudas estratégicas; la ayuda de los magnates del acero como August Thyssen y la más importante: la colaboración financiera de los Rockefeller a los programas de eugenesia, que desde el siglo XIX en adelante se trasformaron en la columna vertebral tanto científica como teórica del supremacismo blanco y el elitismo. Así mismo la imposibilidad de las democracia occidentales de divorciarse de los Estados que proclamaban la superioridad de raza institucional, queda de manifiesto con su apoyo durante la Guerra Fría al régimen sudafricano del apartheid y la irrupción de la Escuela de las Américas y la “doctrina del enemigo interno” en América latina cuyos métodos de represión y tortura están inspirados en un alto porcentaje por los aplicados durante el régimen nazi.

El análisis del comportamiento de las élites durante la Segunda Guerra Mundial, es clave si se trata de analizar su influencia en este continente y en el mundo, ya que persiste en la opinión pública y el campo de los especialistas, la tesis, excesivamente mecánica y simplista, de la supuesta rectificación ideológica de las élites financieras e intelectuales a partir de Mont Pellerin[6], alineadas desde esa fecha con la ideología neoliberal y sus pretendida vocación libertaria dada por la capacidad del ciudadano para elegir como consumidor dentro del libre mercado, más aún todo esto sosteniendo la tesis de que este modelo no se reduce solo a las variables económicas, posee una capacidad holística y por lo tanto es capaz de configurar y reconfigurar socio-culturalmente el mundo.

Uno de los grandes mitos que persisten de la primera reunión de la Mont Pellerin Society, es la congregación de varios intelectuales del mundo académico y político que tenían el propósito de adoptar como política para el mundo la ideología neoliberal para combatir tanto al proyecto keynesiano como a las economías de plan central del bloque soviético.

La primera reunión de Mont Pellerin fue tal vez una de las más trascendentales del siglo XX, para el tema que nos atañe por dos razones: 

1)-La influencia y el financiamiento de varios banqueros influyentes entre ellos los Rockefeller y 2)-la conexión autoritaria de la ideología neoliberal.

Además fue clave en esta reunión la presencia de varios intelectuales como Karl Popper, uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, Friedrich Von Hayek, quien a principios del siglo XX, tuvo una breve estadía en el socialismo fabiano, pero que luego sería autor de “la historia de la servidumbre”, libro que además serviría de manifiesto para esta reunión. Así mismo también estuvieron presentes varios de los principales teóricos de la reducción del Estado como Gary Becker, James Buchanan y Milton Friedmann; este último después de esta reunión sería degradado del estatus de intelectual al de técnico, encargado desde posiciones académicas y políticas a procurar la implantación del modelo neoclásico.

Ante esta propuesta teórica y política de plantar batalla al Estado y extensión muchos representantes del así llamado “mundo libre” se sintieron interpelados.

La razón era la gigantesca interlocución que generaba la temática neoliberal en la democracia representativa y sus partidarios la cual podía resumirse, según Hayek y Popper en cuatro puntos.

1)-La reducción del radio de acción del Estado, cuya extensión en el área económica era vista como sinónimo de tiranía y generalización de una burocracia gigantesca.

2)-Su tesis sobre el valor irreductible del individuo y su libertad, ante la intromisión del Estado, y el mercado como el único mecanismo capaz de independizar al ciudadano de la acción político-gobernativa.

3)-La separación entre lo político y lo económico y la tesis de que el individuo juzgaba y orientaba la economía con sus decisiones liberándolo del totalitarismo estatal. Así mismo los mecanismos del mercado coincidían con el fundamento epistemológico que sostiene que el conocimiento humano es siempre fragmentado y por lo tanto conocimiento y economía se basan en la obra parcial de ensayo y error de millones de individuos.

4)-Las opciones individuales se oponían a las verdades universales como las que perseguían las tesis de Marx. Karl Popper sostenía que el hombre tenía necesidad de esperanza no de certeza, en otras palabras la sociedad no tenía que ser moldeada como un alfarero moldea un jarrón, sino más bien la estilo del jardinero, que genera las condiciones para que un jardín prospere. La idea de una historia regida por leyes universales no era viable, ya que el proceso histórico podía ser leído de múltiples maneras, así como era susceptible de atribuir protagonismo a distintos agentes.

Pero así como en ese entonces, en el siglo XX, podía hablarse de ´´socialismos reales'', también podía hablarse de ''neoliberalismos reales''.

El propio Karl Popper, reconocía, ya avanzado el siglo pasado, que el Estado era omnipresente y que esa característica el mercado no la podía eliminar; el Estado al auto reducir su tamaño e incurrir en la venta de un determinado número de empresas al sector privado estaba emprendiendo una acción; por lo tanto al no intervenir en el área del mercado, en el fondo estaba de todas maneras interviniendo por omisión, de la misma manera que un cirujano para reducir la movilidad de un paciente enfermo de gangrena, debía incurrir en la acción de amputar un miembro para salvarle la vida.

En la práctica los partidarios del neoliberalismo y sus técnicos incurrirían en una revolución al estilo jacobino, y al igual que las tesis del leninismo ortodoxo ocuparían el Estado, tomarían todos sus resortes de poder e instalarían lo que para ellos era “la verdad científica de la historia”, peligrosamente lindante con las tesis del marxismo ortodoxo.

Tullock, uno de los alumnos aventajados de Buchanan, afirmaba sin ambages que cualquier régimen político era un subproducto de la economía de mercado, así cuando la democracia llevara al poder a una coalición política que persiguiera reformar a la economía ampliando el radio de acción asistencialista del Estado-(sobre todo en casos de proyección revolucionaria)-, estaba permitido suspender la democracia y sus garantías para reinstalar el monetarismo.

Así los intelectuales de la Mont Pelerin Society reconocían que el mercado solo podía garantizar sus mecanismos en un estado autoritario, ya fuera este bajo estado de excepción o bajo una democracia procedimental de baja intensidad; el capital tiene pocos propietarios, los dueños del gran capital constituyen una minoría, la inmensa mayoría de los ciudadanos está obligada a venderle su fuerza de trabajo; el principio de mayoría, es por naturaleza casi endógena opuesta a los poderosos económicamente, derivados de la concentración del capital.

Fue de esta manera que la tesis de los intelectuales de Mont Pellerin llegó a la conclusión de que el mercado solo podía darse por medios autoritarios y con una democracia limitada contradiciendo la tesis filosófica-genérica de su capacidad como único mecanismo para luchas contra las vocaciones totalitarias.

Bajo esta tesis se procedió en el cono sur y otros rincones del mundo a la validación de los golpes de Estado tanto blandos como cruentos.

En conclusión y contrario a lo que podría pensarse la idea de instalar el mercado por medios autoritarios no surge de la nada, sino en los laboratorios de la democracia con separación de poderes. Es en las democracias occidentales donde el modelo económico que se va a instalar y el sector de la población que se va a reprimir bajo el estado de excepción para instalarlo encuentran sustento técnico y teórico.

Y esto es así porque las élites económicas del “mundo libre” específicamente la banca, mucho antes de 1945, mucho antes de la re conceptualización teórica del neoliberalismo ya tenían una vasta experiencia en auspiciar gobiernos tiránicos de los más variados signos, la revolución neoliberal no fue ni en Chile ni el mundo un proceso enteramente nuevo, tanto en lo económico, como en lo político y militar tuvo un componente de tradición colindante con los regímenes como el fascista-franquista de España o el régimen nazi de Hitler, así como la experiencia acumulada de los métodos de represión del colonialismo llevado a cabo por occidente a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.





Claudio Palma Araya. Historiador de la Academia de Humanismo Cristiano.


[1] Término empleado por Guillermo O’donnell en ensayos sobre autoritarismo y democratización (1997).
[2] Régimen burocrático autoritario
[3] Richard Nixon cancela en forma unilateral la convertibilidad del dólar de Estados unidos para el oro.
[4] Jose manuel goig y Max káiser realizan en sus blogs los intentos más serios hasta la fecha por re conceptualizar el régimen mundial actual y reemplazar los conceptos democracia y libre mercado, por estado autoritario neo feudal.
[5]Webster Tarpley,  “George Bush, The unauthorized biography”
[6] Alejandro Grimson, “cultura y neoliberalismo”.

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